La abuela también sobrevivió, así como los padres que permanecen hospitalizados. Todos, menos Giulia, quien compartió el destino del pueblo, el cual quedó casi borrado del mapa a raíz del terremoto de 6.2 grados.
En el funeral que congregó a los habitantes del municipio, el ataúd de la niña la llevaron los rescatistas que trabajaron entre las ruinas de Pescara del Tronto. Uno de ellos dejó una nota:
"Adiós, pequeña. He extendido la mano para sacarte de esta cárcel de piedra. Por desgracia, llegamos cuando ya era demasiado tarde. Por desgracia, ya terminaste de respirar, pero quiero que sepas que hemos hecho todo lo posible. Regresaré a casa sabiendo que hay un ángel que me está mirando desde el cielo. Adiós, Giulia. Aunque no te conozco, te quiero mucho".
Según los últimos datos, el devastador terremoto, ocurrido en la madrugada del 24 de agosto y el cual sacudió la parte central de Italia, se llevó la vida de al menos 290 personas, y unas 1.000 de momento se encuentran hospitalizadas.