Múnich "pasará a la historia por su negativa a abrirse a los argumentos de quienes piensan diferente (como siempre, Rusia) y la incapacidad de generar un nuevo orden del día, más conciliador", lamentó el senador.
Según Kosachev, había concilio en Múnich, pero se trataba de un concilio entre los "suyos" que ignoraba la opinión de los "otros".
La conferencia estuvo dominada "por una interpretación primitiva de lo sucedido" en Ucrania, apuntó el senador.
Al señalar que la posición común era la de victimizar a Ucrania, que supuestamente padecía por sus aspiraciones democráticas, y demonizar a Rusia, acusándola de agresora, Kosachev indicó que sin interiorizar el sentido de la posición rusa, que aboga por atender las razones internas del conflicto, éste no podrá ser solucionado.
El político ruso constató que pese a la ausencia de deseos de Occidente de escuchar la opinión de Moscú, los europeos excluyen la posibilidad de enviar armas a Ucrania, con lo cual "de hecho no defienden la ruta de Kiev que apuesta por la solución militar del conflicto, sino la ruta de diálogo político propuesta por Moscú".
Además, durante los tres días de la conferencia de Múnich estuvieron llegando noticias sobre los encuentros entre los líderes de Francia, Alemania y Rusia, los cuales confirmaban con hechos y no con palabras el hecho que la ruta del diálogo político es la única posible.
El senador ruso acudió a la historia para recordar que durante la guerra de Crimea de 1853-1856, la única potencia que extendió su mano a Rusia fue Estados Unidos.
Los voluntarios norteamericanos, incluyendo a los cirujanos, ayudaron a las tropas rusas durante la defensa de Crimea.
Kosachev recordó que tras la caída de Sebastopol, los ingleses y franceses organizaron un banquete en San Francisco, al cual no solo no acudió ninguno de los norteamericanos invitados, sino que fue barrido por una muchedumbre.
Las autoridades de Kiev iniciaron en abril del año pasado una operación militar contra los independentistas del este del país que se negaron a reconocer el golpe de Estado de febrero.
Según los últimos datos de la ONU, más de 5.300 civiles han perdido la vida en el conflicto.
Las partes intentaron en varias ocasiones llegar a acuerdos con mediación de Rusia y la OSCE.
Los acuerdos alcanzados condujeron a una reducción considerable de la intensidad de los combates, sin embargo, desde el 9 de enero, y tras varios intentos infructuosos de alto el fuego, las hostilidades en Ucrania del Este se reanudaron.
Se incrementó la cantidad de bombardeos, el Ejército ucraniano declaró que incrementaban las reservas en todas las regiones donde se llevaban a cabo acciones bélicas.
Por su parte, las milicias prometieron "desplazar la línea del frente" para evitar los bombardeos del Ejército ucraniano contra las poblaciones civiles.
