El acuerdo cuenta con el apoyo de las dos principales formaciones que dirigen Irlanda del Norte, el Partido Democrático Unionista (DUP) y los republicanos de Sinn Fein.
Pero después de doce semanas de negociación, incluida una maratoniana sesión que concluyó en la tarde del martes en el parlamento de Stormont, los partidos menores del Ejecutivo compartido adoptaron una posición de cautela, que refleja las potenciales dificultades de llevar las propuestas a la práctica.
"Representa un nuevo comienzo para todos", admitió con optimismo Martin MacGuinness, vice ministro principal, tras confirmar que recomendará a la Ejecutiva de Sinn Fein la aprobación del documento.
El acuerdo incluye un paquete financiero- con aportaciones adicionales de Londres y Dublín- para amortiguar los recortes en seguridad social, favorecer la estabilidad y apoyar programas de reconciliación.
La aprobación de los presupuestos para 2015, que llevan meses congelados, será el paso práctico e inmediato del consenso adoptado hoy en principio.
El documento esboza también el camino hacia la resolución de viejos contenciosos de dos comunidades (protestante-unionista y católica-nacionalista), que siguen profundamente divididas dos décadas después de la firma de la paz.
Son los llamados legados del conflicto, que incluyen el uso de banderas en la provincia, los desfiles conmemorativos de hazañas bélicas y la búsqueda de la verdad y la justicia por parte de víctimas del terrorismo y de la violencia del Estado.
"Es necesario aceptar el reto y mover Irlanda del Norte hacia adelante", señaló Peter Robinson, ministro principal de la provincia y líder unionista.
