"El Arzobispado de Barcelona y la Asociación de Amigos de Joan Roig Diggle, organizadores del acto, queremos pedir disculpas a aquellas personas que se hayan sentido heridas, mientras sufrimos restricciones en nuestra vida laboral y familiar", informó en un comunicado la institución eclesiástica de la ciudad.
El emblemático templo de Barcelona acogió el pasado 7 de noviembre una misa con motivo de la beatificación de Juan Roig Diggle, un joven católico que fue fusilado durante la Guerra Civil española (1936-1939).
Pese a que el acto cumplió con las normas de aforo y los criterios de higiene —el uso obligatorio de mascarilla y la distancia de metro y medio entre participantes—, su celebración provocó una oleada de críticas a través de las redes sociales.
Ante las protestas de sectores económicos como el de la restauración, el ocio nocturno o la cultura, el Departamento de Salud del Gobierno de Cataluña anunció la apertura de un expediente para investigar si la ceremonia cumplió con las medidas de protección requeridas.
La responsable regional de Salud, Alba Vergés, sostuvo en una rueda de prensa este 9 de noviembre que su departamento no tuvo constancia previa de la celebración de un acto de tales dimensiones.
Desde el Arzobispado, por su parte, defendieron en su comunicado que la misa había sido autorizada y que cumplió "escrupulosamente todas las medidas exigidas por la legislación vigente".
La institución puso de manifiesto su "desconcierto" ante "la respuesta de algunas autoridades" a la celebración de la ceremonia, ya que esta "cumplía todos los requisitos legales y condiciones sanitarias".
Además, destacaron que las autoridades de las instituciones implicadas, el Gobierno catalán y el Ayuntamiento de Barcelona, habían recibido invitaciones para el acto "hace semanas".