Con 166 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones, Sánchez volverá a intentarlo durante la segunda y última votación de investidura, programada para el 7 de enero.
"No habiendo alcanzado el candidato propuesto la mayoría absoluta, procede someter la misma propuesta a votación 48 horas después", proclamó la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, tras finalizar la votación.
A diferencia de esta primera votación, en la segunda el candidato socialista no necesitará una mayoría absoluta de síes (176). Será necesario únicamente más síes que noes. Siempre fue este el plan del Partido Socialista desde que ganase las elecciones generales el 10 de noviembre de 2019.
La primera votación ha estado marcada por los reproches entre los nacionalistas de izquierda vascos y Vox, el Partido Popular y Ciudadanos. La diputada de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, recibió durante su intervención gritos de "asesinos", "pide perdón" y "viva el Rey" por defender la figura de Arnaldi Otegi, antiguo simpatizante de ETA y llamar al rey Felipe VI cobarde.
El programa de Sánchez tiene un marcado carácter de izquierda, cimentándose en torno a lo que él mismo definió como un "patriotismo social" por el que, entre otras cosas, se subirán los impuestos a las rentas más elevadas para poner financiar programas sociales.
Esta iniciativa responde a una exigencia del partido independentista ERC, que entregará su abstención para permitir la investidura de Sánchez en segunda vuelta a cambio de la creación de dicha mesa, de la que debe salir una propuesta política para la resolución del conflicto que, obligatoriamente, será sometida a votación entre la ciudadanía de Cataluña.
En su discurso, Sánchez se mostró convencido de que esta mesa ofrece "una oportunidad para devolver a la política lo que es un conflicto político, permitiendo dejar atrás una deriva judicial que tanto daño ha causado".
"La solución no vendrá de la imposición de una percepción sobre la otra, sino de un cambio de ambas percepciones", apuntó el candidato, que se mostró más dispuesto que nunca en los últimos años a dialogar con el independentismo catalán.
Para Sánchez resulta imprescindible que el diálogo entre el Estado y Cataluña se desarrolle "dentro de la ley", aunque admitió que "la ley por sí sola tampoco basta" y se mostró dispuesto a analizar cualquier propuesta para "dejar de acumular agravios", todo ello con el objetivo de "vivir en concordia" en "un país unido en su diversidad".
La iniciativa fue recibida con una gran indignación por parte de los partidos de la derecha y la ultraderecha española, que a lo largo del debate calificaron en distintas ocasiones a Sánchez como un "traidor" por pactar con "separatistas" que "quieren romper España".
Pablo Casado, líder del conservador Partido Popular, dijo que Sánchez formará "el Ejecutivo más radical de nuestra historia democrática, con comunistas, asesores de dictadores bananeros (…) y separatistas".
Por ello, el primer partido de la oposición prometió que luchará contra el próximo Gobierno tanto en el Congreso de los Diputados como en las calles e incluso en los tribunales si se da ocasión para ello.
Por su parte, Sánchez respondió acusando a los conservadores de adoptar el discurso de la ultraderecha para crear un alarmismo que no se corresponde con la realidad, porque con la investidura "no se va a romper España y no se va a romper la Constitución" sino que "lo que se va a romper es el bloqueo al Gobierno progresista elegido democráticamente por los españoles".
Ante ese escenario, las formaciones de izquierda dieron síntomas de su intención de permanecer cohesionados para defender al que será el primer Ejecutivo de coalición de la historia reciente de España, un país hasta hace poco acostumbrado al rodillo de las mayorías parlamentarias y los Gobiernos monocolor.
El líder de Unidos Podemos y futuro vicepresidente, Pablo Iglesias, dijo ser consciente de que el próximo Gobierno de España se creará "muchos enemigos" en su intento por "recuperar derechos y libertades arrebatados a los ciudadanos en la última década", lo que a su modo de ver es "la mejor forma de combatir a la ultraderecha.
"Pedro, estarás al frente de una coalición progresista histórica y para nosotros será un honor caminar junto a vosotros. ¡Sí se puede! ¡Adelante, presidente!", dijo Iglesias al cierre de su intervención.
Por su parte, Sánchez se mostró "francamente ilusionado" de que las izquierdas españolas se hayan puesto de acuerdo "por primera vez en décadas" para romper el bloqueo político que mantenía al Gobierno de España en funciones desde hace casi un año.
El Gobierno de Sánchez, que salvo sorpresa mayor conseguirá el visto bueno del Congreso el 7 de enero, intentará instalar una agenda progresista en el Palacio de la Moncloa para los próximos cuatro años, aunque no escapa a los ojos de nadie que la legislatura nace amenazada desde el primer día por la inestabilidad derivada de la fragmentación parlamentaria y los bandazos del conflicto catalán.