"Es una provocación política pero también una oportunidad para que los dos gobiernos celebren una cumbre", dijo a los medios frente al Parlamento de Westminster.
La cuestión catalana, añadió, "es un problema político que hay que abordarlo de manera global entre los dos Ejecutivos".
"Tenemos cuatro personas en huelga de hambre, nueve en prisión, siete en el exilio y es normal que haya ganas de protesta, pero no debemos caer en la provocación", reconoció.
En Londres precisamente se encontró con la también exiliada, Clara Ponsatí, quien formó parte del Gobierno de Puigdemont, cuyos miembros están acusados en España de distintos delitos relacionados con el referéndum independentista de 2017.
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"Siempre hay la posibilidad de que se emita una euro-orden (de detención y entrega), pero voy a continuar moviéndome y obviamente voy a calcular también los riesgos", señaló a Sputnik.
"Estamos aquí para hacer política, y si para poder defender nuestros derechos fundamentales hay que asumir riesgos, yo he demostrado que los he asumido; algunas veces no ha salido bien y he estado detenido en Alemania, pero continuaré haciéndolo", insiste.
Fue recibido en Westminster por Andrew Rosindell, político conservador y miembro del Grupo Parlamentario sobre Cataluña.
"Queremos vivir en un país donde no encarcelen a nadie por tener opiniones políticas diferentes, donde no haya presos políticos ni exiliado políticos, en eso consiste la crisis catalana", respondió en inglés a un par de periodistas.
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El exjefe del Gobierno catalán terminó la jornada de trabajo en el centro de periodistas Frontline Club, donde estaba programado un debate y diálogo con el público.