Cassandra Vera, una joven estudiante transgénero de 21 años, es una de las acusadas. La justicia pide para ella dos años y medio en prisión y tres años de libertad condicional. ¿La razón? Bromas hechas en Twitter en contra de Carrero Blanco, el último presidente de la dictadura franquista, quien fue asesinado por el grupo terrorista ETA en 1973.
Me pide el fiscal 2 años y 6 meses de cárcel más 3 años de libertad vigilada por chistes de Carrero Blanco. Sólo eso, chistes de un dictador pic.twitter.com/a0eOAtWMgq
— Cassandra (@kira_95) 10 января 2017 г.
Incluso Lucía Carrero-Blanco, nieta de Carrero Blanco, afirmó, en una entrevista para el diario El País, que considera "'un disparate' pedir cárcel por unos tuits sobre su abuelo".
"Me asusta una sociedad en la que la libertad de expresión, por lamentable que sea, pueda acarrear penas de cárcel", señaló.
No en vano, la organización Amnistía Internacional denunció en su informe de 2016 que, tras las modificaciones del Código Penal, en España se ha empezado a utilizar el enaltecimiento del terrorismo para limitar el derecho a la libertad de expresión.
"…estas modificaciones podían penalizar comportamientos que no constituirían de otra manera terrorismo y dar lugar a la imposición de restricciones desproporcionadas sobre el legítimo ejercicio de la libertad de expresión, entre otras limitaciones", señaló la ONG en su informe.
Un ejemplo de esto, recogido por Deutsche Welle, es el de dos titiriteros que fueron acusados de glorificar el terrorismo en las calles de Madrid a través de una obra de teatro. En la presentación se podía observar un cartel con las palabras 'Gora Alka-ETA', un juego de palabras entre 'Gora ETA' (gloria al ETA, en euskera) y Al Qaeda.
Otras personas no han corrido con tanta suerte, como el rapero mallorquín Miguel Arenas Beltrán, quien fue condenado a 3 años y 6 meses de prisión por injuriar al rey y ensalzar al ETA y a los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) en sus canciones, o el cantante de Def con Dos condenado a un año de cárcel por comentarios en Twitter sobre estas dos organizaciones.
Mientras tanto, Cassandra Vera espera su juicio en un país en el que los límites entre la libertad de expresión y el terrorismo son cada vez menos claros.