Como contrapartida, el paro se mantendrá por encima del 20% hasta finales de 2016, duplicando las tasas de sus vecinos europeos, mientras que en 2015, el paro se situará en el 22.5% y bajará al 20,5% el próximo año.
El Ejecutivo europeo afirma que "tras tres años de recesión, la economía española empezó a crecer de nuevo en 2014 y parece ganar impulso, a medida que mejoran las previsiones del mercado laboral, se suavizan las condiciones de financiación, se refuerza la confianza, se aleja la incertidumbre y los precios de la energía caen".
Según el informe publicado hoy, estos elementos compensarán el lastre que todavía suponen los elevados niveles de endeudamiento público y privado.
Bruselas alerta, sin embargo, que España seguirá sin cumplir sus objetivos de déficit con un resultado fiscal negativo del 4,5% del PIB, cuando el compromiso era del 4,2%, en 2015 y del 3,7% en 2016, frente al 2,8% exigido.
La Comisión ve riesgos de mayores de incumplimientos por la anunciada reforma tributaria del Gobierno de Mariano Rajoy y, sobre todo, porque se avecinan cuatro convocatorias electorales en solo un año.
Para Bruselas la caída de los precios del petróleo y las medidas anunciadas por el Banco Central Europeo han animado no solo la economía española, sino también la europea que crecerá como media 1,3%, aunque admite que "el ritmo de recuperación sigue siendo lento en Europa como consecuencia del legado de la crisis".
En el informe, presentado hoy por el vicepresidente Valdis Dombrovskis y el comisario Pierre Moscovici en Bruselas, se espera que estas tendencias positivas "se intensifiquen" en los próximos años por una "continuada moderación salarial" y "solo modestos incrementos de los costes laborales unitarios".
Uno de las mayores preocupaciones sigue siendo el elevado desempleo en Europa y las tendencias deflacionistas.
La inflación seguirá siendo negativa en 2015 y solo se recuperará (el 1,3%) en 2016, muy lejos del deseo del banco central del 2%.
El desempleo promedio en Europa estará por encima del 11% y con varios países que presentan números dramáticos; Grecia (22% en 2016) y España (20,7%) quedan ya como anomalías mundiales.
