La singularidad de esta colisión entre dos agujeros negros se debe a la gran diferencia de masas solares que provocó ondas gravitacionales ondulantes. Uno de los agujeros negros inclinó la balanza alrededor de 29.7 masas solares, mientras que el otro que era al menos tres veces más pequeño llegó a solo 8.4 masas solares, según los datos obtenidos con la ayuda de los detectores de ondas gravitacionales LIGO y Virgo.
A pesar de que los astrónomos saben que existen diferentes tamaños de agujeros negros, se vieron sorprendidos porque este hallazgo sería el agujero negro binario de menor masa detectado hasta la fecha provocando que su fusión produzca ondas gravitacionales más largas que cualquier otra fusión de agujeros negros.
Anteriormente se habían registrado otros eventos de ondas gravitacionales generados por agujeros negros binarios de aproximadamente igual masa y se demostró que volvían a la misma posición relativa con cada órbita.
Como resultado, se registró una frecuencia de onda gravitacional que es aproximadamente el doble de la frecuencia orbital del sistema binario, es decir, la cantidad de tiempo que tardan en orbitarse los agujeros negros. Sin embargo, cuando el sistema tiene un desequilibrio de masa significativo, la órbita es desigual y produce una segunda frecuencia de onda gravitacional más débil.