A los grandes agujeros negros es mejor no acercarse demasiado. Y no solo por las razones ya conocidas, como su increíble fuerza de gravedad, capaz de 'devorar' sistemas solares enteros, sino también porque, mientras estén en proceso de 'fagocitación' de la materia, emiten unos niveles de radiación ionizante tan intensos que son capaces de matar a cualquier forma de vida conocida a millones de kilómetros a su alrededor. Al menos eso es lo que sugiere un reciente estudio publicado en la revista especializada Scientific Reports.
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Afortunadamente, nuestro sistema solar está ubicado a unos 24.000 años luz, más bien en los 'suburbios' de la galaxia, aunque relativamente igual de lejos de su borde. Por los tanto, hemos sido bastante afortunados al escapar de la radiación de Sagitario A*.
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"Esta consideración debería impulsarnos a redibujar el concepto de zona habitable galáctica. No todos los puntos en la galaxia, de hecho, tienen el mismo potencial de albergar vida", explica Balbi.
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Si bien el centro de la galaxia sería un lugar totalmente estéril, cuanto más nos acerquemos al borde disminuye también la densidad de los elementos pesados, necesarios para la vida. De ahí que los astrofísicos sostengan que el mejor lugar para vivir en la Vía Láctea es su zona intermedia, justo donde se ubica nuestro sistema solar.