Esos planetas superan por su masa nuestra Tierra pero son inferiores a gigantes como Neptuno y Uranio. Los resultados del estudio explican la paradoja según la cual los cuerpos celestes de este tipo se encuentran más a menudo de lo que predicen los cálculos teóricos.
Para explicar esta contradicción, los investigadores simularon los procesos que suceden en los discos de los protoplanetas. El modelo fue creado a base de las observaciones de las estrellas HL Tauri y TW Hydrae que poseen discos gaseosos, con la ayuda de un complejo de telescopios Atacama Large Millimeter Array (ALMA) en Chile.
Los astrónomos notaron varias peculiaridades que no se pueden explicar usando los modelos ya existentes. Por ejemplo, en los discos se hallaron agujeros estrechos y cercanos uno a otro. Se considera que los planetas que van formándose (disco planetesimal) 'limpian' los alrededores de su órbita del gas, pero en este caso los cuerpos celestes deberían ubicarse cerca, lo que es poco probable.
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Los científicos lograron entender la causa de la aparición de los agujeros al cambiar varios parámetros del modelo. Redujeron la viscosidad del disco y agregaron en el sistema las partículas de polvo. En tales condiciones, los agujeros y los anillos aparecen por la presencia de supertierras y no planetas extrasolares del tipo Júpiter como se opinaba antes.