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Yoss, escritor de ciencia ficción hispana, revela de qué trata su próxima obra

© Sputnik / Kirill KallinikovJosé Miguel Sánchez Gómez (Yoss), escritor de ciencia ficción cubano, durante su entrevista en Sputnik
José Miguel Sánchez Gómez (Yoss), escritor de ciencia ficción cubano, durante su entrevista en Sputnik - Sputnik Mundo
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De apariencia muy roquera, todo de negro, con una cuidada melena y de complexión atlética, irradia energía y algo de desafío. Pero no se deje engañar por las apariencias. Es Yoss, licenciado en Ciencias Biológicas de la Universidad de La Habana, que se ha convertido en uno de los máximos representantes de la literatura de ciencia ficción hispana.

José Miguel Sánchez Gómez, conocido en el mundo artístico como Yoss, ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales, entre ellos los galardones españoles Universidad Carlos III de ciencia ficción (2002), Premio Domingo Santos de cuento de ciencia ficción (2005) y el premio UPC de ciencia ficción (2010). Cuenta con una quincena de novelas publicadas dentro y fuera de Cuba y espera ver la reacción de los lectores ante su próxima obra, titulada 'Tuerca de rosca izquierda'. El texto está ambientado en el popular mundo de ficción 'Metro 2033', aunque, según su propio autor, "ocurre en una ciudad que no tiene metro".

En su reciente viaje a Rusia, Yoss visitó la redacción de Sputnik, donde contó más sobre su persona y sacó a la luz algunos de los secretos de su próxima obra.

— José Miguel Sánchez Gómez, más conocido como Yoss. Cubano, licenciado, escritor de ciencia ficción, cantautor y roquero. ¿Cómo te gusta que te presenten?

— Me considero, sobre todo, un escritor de ciencia ficción, aunque soy de esa gente que opina que el ser escritor puede ser una coartada perfecta para poderse interesar por muchas cosas. Cada vez que quiero estudiar algo, ya sea la historia de los tanques o la historia de las comidas picantes, por ejemplo, empiezo a buscar libros y cuando la gente me pregunta "¿Qué estás haciendo?", les digo que estoy reuniendo información para un libro. Quizá nunca lo llegue a escribir, pero al menos tengo la información.

Este año 2019 voy a cumplir 50 y todo parece indicar que voy a llegar al mismo tiempo a los 50 libros publicados. Es algo que me parece increíble.

Libro (imagen referencial) - Sputnik Mundo
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— ¿Cómo comenzó tu carrera como escritor? ¿Algún suceso en especial que marcó ese momento?

— Comencé a escribir cuando tenía 15 años, en 1984, cuando mi padre, quien era quien me compraba los libros de ciencia ficción, llegó a la casa y me dijo: "He entrado a todas las librerías y no he encontrado un libro que tú no tengas o que no te hayas leído. Tal parece que no se ha publicado nada nuevo".

"¿¡Pero cómo es posible!?", me pregunté. Entonces hice como hace Clark Kent cuando se convierte en Superman: "¡Pues yo los escribiré!".

Lo primero que escribí era horrendo. Era una colección de todos los errores concebibles en un texto y hasta tenía algún que otro error nuevo. Entonces me quedé muy intrigado: "Yo he leído tanto y bueno. Creo que sé cómo se hace. ¿Por qué es tan difícil hacerlo?". Y me picó la tentación. Empecé a hacerlo y poco a poco me fui dando cuenta que si me gustaba leer ciencia ficción, más me gustaba crear historias. Más que ser el visitante en los mundos creados por otros, me gustaba ser el portero, el guía que creaba mundos.

Para mí escribir es jugar a ser el Demiurgo, es alagar y acariciar al niño interior, porque creo que todos los escritores acabamos escribiendo los libros que queríamos leer cuando niño. Y en mi caso, sigo escribiendo los libros que quiero leer.

Te puedo contar, como algo curioso, que en la página de Wikipedia dedicada a mí, en la lista de mis libros publicados aparece un título que yo no he publicado, algo absolutamente espurio: 'El gran arte de vestirse cheo [antiestético, de mal gusto] durante toda la vida'. Pienso que es una broma de un amigo, pero me gusta tanto el título, que no lo voy a quitar. Quizá este año escriba el libro, ya está el título, que es lo más importante.

— Tu nombre completo es José Miguel Sánchez Gómez, pero en el mundo artístico e incluso en la Wikipedia todos te conocen como Yoss. ¿Cuál es la historia que se esconde detrás?

— Yo estaba estudiando en la Escuela Vocacional Lenin (Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Vladimir Ilich Lenin, en La Habana). La profesora de educación física tenía un defecto en el paladar. Yo era el alumno más grande, por eso casi automáticamente me nombraron monitor de educación física. Y cada vez que la profesora me llamaba ella quería decir  "José", pero le salía como "Ios".

Mis amigos empezaron a bromear con esto y en octavo grado prácticamente perdí el nombre de José Miguel. Por mi nombre real me llama solo la gente que me conoció antes de 1981.

Fui Ios durante mucho tiempo, aunque nunca se me ocurrió escribirlo. Pero cuando en el año 1987 comencé a enviar mis obras al Premio de Juventud Técnica y poco después al Premio David, una de las condiciones era que había que enviar con pseudónimo. Entonces me encontré con que era Ios hace casi ocho años y nunca lo había escrito. Empecé a probar diferentes variantes con 'j', 'h' doble 'z', hasta que la versión 'Yoss' me pareció que sonaba lo más parecido a cómo lo decía aquella profesora.

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Para mi sorpresa, después hay quien ha especulado sobre qué quiere decir. 'Yo omnipotente ser supremo', 'Yo os seré sincero'… son unas teorías muy interesantes, con el único problema que yo nunca pensé en eso. Pero lo que más estimula las especulaciones son justamente los desmentidos. Cuando la gente dice: "Si lo desmiente, es por algo".

— Eres un artista que vive y trabaja en Cuba, pero también has recibido reconocimientos en países como República Dominicana o España. ¿Cómo es encontrar reconocimiento en el extranjero?

— No sé cómo pasó. Yo solamente escribí. Disfruté escribiendo. No soy de esa gente que se obsesiona con que "tengo que alcanzar algún mérito", "tengo que mandar a todas las editoriales". Yo diría que si hace 20 años me hubiesen dicho que iba a estar donde estoy ahora, con varios premios internacionales, que me iban a publicar en 10 idiomas, que iba a firmar un contrato para publicar una novela en ruso, yo diría que el que escribe ciencia ficción soy yo, que no hace falta que me hagan esos cuentos.

Todo sucedió poco a poco. Justamente ahora, que voy a cumplir medio siglo estoy cosechando los frutos de un trabajo de muchos años que yo no he sentido como un trabajo. Lo he disfrutado mucho. Soy uno de esos escritores que disfruta el hecho mismo de escribir, no el haber escrito. A veces cuando empiezo una novela, me doy cuenta de que no la quiero terminar, porque significaría una despedida de esos personajes.

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Llegar al mercado internacional y encontrarte con páginas que dicen "El escritor de ciencia ficción más importante de Cuba", quizá no sea mucho. Es como decir "El ninja boliviano más importante", no debe haber mucha competencia… Ya después uno ve "El escritor más ciencia ficción más importante del Caribe", "Uno de los tres nombres de la ciencia ficción en español" y dice: "Bueno, ¿seré yo?".

Ha sido como un sueño. Lo principal, cuando uno recibe este tipo de distinciones, premios, no debe creer que ha llegado. Yo aún creo que los más importante me queda por hacer. Ahora la cuestión es no decepcionar a los lectores que cada vez son más. Creo que un escritor se debe a su público, no a los críticos, otros escritores o a los premios.

En la proyección internacional de mi carrera, ha habido momentos muy importantes. Uno fue el año 2010, cuando gané el Premio UPC, que era en aquel momento el premio más importante de ciencia ficción en idioma español. Poco después, en 2014, Restless Books, una editorial norteamericana, publicó la primera de las cuatro novelas mías que he publicado hasta ahora. A finales de 2016 me dijeron que estaba nominado para el premio estadounidense de ciencia ficción Philip K. Dick. Eso es lo más lejos que yo he pensado llegar. Cualquier cosa que pase a partir de ahora ya es milagro.

— Has mencionado que acabas de firmar para publicar en ruso. ¿Podrías adelantarnos de qué se trata?

— Esto es una historia un poco larga. En el año 2011, estando yo en Epinal (Francia), en un evento de ciencia ficción que se llama Les Imaginales, un amigo suizo me comenta que había un escritor ruso, Dmitri Glujovski, que quería convertir su novela 'Metro 2033' en una franquicia e internacionalizarla, hacer 'Metro 2033' en Lausana, en Nueva York, pero que a su parecer pagaba muy poco por escribir una novela en el universo de otro.

Me había gustado 'Metro 2033', consideraba un honor participar en esto. Entonces contacté con Glujovski y le propuse comenzar a escribir la novela. El único problema, que siempre le dije, es que en La Habana no tenemos metro. Entonces mi novela se llamaría 'Habana (No)Metro 2033'…

Comencé a escribir la novela. Mi esposa se la leyó y quedó encantada. Incluso me ayudó en algunas partes en ruso, porque yo no hablo el idioma. Yo le envié la novela al representante español de Glujovski en el 2013, quien elogió el trabajo pero dijo que le preocupaban algunas escenas de sexo con una adolescente de 11 años muy subidas. Yo quedé en corregirlas y todo quedó ahí.

En mi actual viaje por Rusia no estaba en mis planes encontrarme con Glujovski. Da la casualidad que él vio en mi página de Facebook que yo iba a Rusia y se organizó un encuentro. Glujovski me recibió y me dijo que la obra era muy buena y que quería publicarla y que si me parecería bien firmar el contrato.

— Has dicho que te lanzaste a escribir de niño, al encontrarte ante el hecho de que para ese momento no tenías nada más que leer. ¿Qué autores o qué obras consideras que han influenciado tu trabajo?

— Ya que estamos en Moscú, vamos a empezar por el 'equipo local'. Serguéi Lukiánenko, que ha estado dos veces en Cuba y tenía la esperanza de volvérmelo a encontrar aquí en Moscú, pero descubrí que vive en la ciudad de Perm y, por supuesto, no vino por fin de año. Es el autor de la serie 'Los Guardianes', de novelas como 'Borrador', 'Espectros'. Otros autores que de algún modo determinaron mi elección de la ciencia ficción, determinaron mis gustos de pequeño, fueron los hermanos Arkadi y Borís Strugatski. Autores como Mijaíl Bulgákov, que mucha gente no conoce, pero que también escribió muy buena ciencia ficción; 'Los huevos fatales', 'Corazón de perro'.

Yo, como cubano, tengo un conocimiento de la literatura de Rusia. He leído a Nikolái Gógol, he leído a León Tolstói, he leído a Dostoyevski, me gusta mucho la poesía de Mijaíl Lérmontov.

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Aparte de eso, soy un lector del género que escribo. Hay quien dice que, cuando un escritor se dedica a un género, lo primero que hace es dejar de leerlo, para no ser influido. Yo creo que la ciencia ficción es un género con un tremendo feedback. Mientras más ideas uno encuentra en las historia de otros autores, más giros personales le trata de dar a esas ideas. Por lo tanto, hay autores que me han determinado mucho.

Julio Verne fue el autor que, en la infancia, me llevó a la ciencia ficción; Emilio Salgari que me llevó al sentido de la aventura. Autores estadounidenses como Ray Bradbury, Robert A. Heinlein, Alfred Bester; autores ingleses como Brian Aldiss. Autores, incluso, mucho más extraños de encontrar, como el alemán Andreas Eschbach, como el francés René Barjavel. O sea, soy un lector obsesivo y, dentro de mi obsesión, el número uno lo tiene la ciencia ficción. Nosotros siempre decimos que si alguien revela que ha copiado a un escritor, es un plagio, pero si revela que ha copiado a 50 al mismo tiempo, entonces es original.

— De los autores modernos, ¿a quién podrías destacar?

— Lo que más me ha sorprendido en los últimos años es la trilogía del chino Liu Cixin, 'El problema de los tres cuerpos'. Me gustó tanto que se lo pasé a mi esposa y ella me corroboró que no había que ser un científico, no había que ser un graduado de Biología, como yo, o un físico, para quedar absolutamente deslumbrado por esta trilogía.

Es lo más notable que he visto en los últimos años en la ciencia ficción. En estos momentos estoy releyendo en español, porque algunos de los títulos los había leído en inglés o en italiano, la serie 'Mundodisco', del inglés Terry Pratchett. Estoy leyendo en estos momentos el número 31 de la serie, y los estoy disfrutando incluso más que la primera vez.

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Por supuesto, en estos momentos, para los que se acerquen a la lectura, como se dice, con mucho cuidado, tratando de probar el agua para ver si está fría o caliente, yo les recomendaría que empezaran por las sagas recientes más clásicas. Ahora mismo, la fantasía en el mundo está sobrecogida por dos autores. Unos es George R. R. Martin, con la serie 'Canción de hielo y fuego' y el otro es el polaco Andrzej Sapkowski con la serie 'Geralt de Rivia'. Si alguien quiere leer fantasía, yo le digo: "Lee esto y, si no te gusta, cambia de género, porque si no te gusta esto, no te va a gustar nada".

— ¿Qué es lo que te inspira a ti para crear? Para una persona común le puede parecer algo muy difícil el poder crear algo de la nada.

— Yo creo que la creatividad funciona de una manera sinérgica u holística. Tú vas acumulando una serie de saberes distintos, aparentemente inconexos, y un buen día surge como una chispa que los relaciona. ¿Qué puede relacionar, por ejemplo, la lingüística comparada, el concepto de si la lengua determina la manera de pensar o viceversa, con el comercio, con una raza extraña? Uno empieza a ver estas cosas juntas y, de pronto, surge una idea.

Muy a menudo, creo que estoy donde estoy porque me he parado en hombros de gigantes, he leído a autores y he dicho: "Qué buena historia, pero aquí hay un pedacito que él no explotó, por aquí se podría sacar una historia que sería completamente mía. Se la quiero dedicar en justicia porque fue leyendo que me apareció la inspiración".

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Otras veces, escucho historias que digo: "Esto, convertido en ciencia ficción, sería tremendo". A veces me surgen historias que, prácticamente, me asaltan por la calle o conversando con los amigos. Yo creo que un escritor, de alguna manera, es como una máquina de traducir la realidad en historias, de producir historias. Soy de esos narradores que todavía creen en contar una historia, o sea, en crear personajes, presentarlos, introducción, nudo, desenlace…

— ¿Hay algo de lo personal en tus historias? ¿Alguna historia biográfica que haya sucedido contigo o con tu familia?

— Yo creo que todos los escritores ponemos mucho de nosotros mismos en lo que hacemos. Uno de los placeres de ser escritor es la posibilidad de travestirse, de convertirse en distintos personajes con distintos sexos, con distintos orígenes.

De todas maneras, una persona es la suma de todas sus experiencias. No sería el que soy si no hubiera estado en la escuela Lenin, o si no hubiera estudiado Biología. Es decir, en cada una de las elecciones que hago como escritor está la sombra de las elecciones que han hecho de mi vida lo que es ahora.

— ¿Podrías adelantarnos cuáles son tus planes artísticos en un futuro cercano?

— En dependencia de si me escribe el apoderado español de Glujovski, me pondré a cortar las escenas de sexo de mi novela, que se llama 'Tuerca de rosca izquierda'.

Si no me escribe, continuaré con la historia de fantasía contada por los marginales. Cuando termine esa novela, tengo que retomar una anterior de ciencia ficción que se llama 'El sordomudo en el coro', una historia cuyo título me lo sugirió una conversación con mi esposa, que durante muchos años cantó en un coro, y yo le dije: "¿Cómo se sentiría un sordomudo en un coro, cuando está rodeado por una melodía que no entiende y a la que no puede contribuir?". Es una novela en la que estoy poniendo mucho esfuerzo, porque trata sobre la desilusión de la gente con las utopías. Creo que es un tema más contemporáneo que nunca.

— Además de escritor, es también cantautor. Es algo curioso para un literario. ¿Cómo llegó a esto?

— Basta con mirarme y te darás cuenta de que me gusta el rock. A los 21 años, canté brevemente en un grupo de rock que nunca llegó a ninguna parte, pero durante muchos años siempre me aprendía canciones, cantaba en las fiestas, y un día, un amigo que tenía un grupo ya establecido me dijo: "Te he oído cantar, me interesa. Eres un poquito desafinado, pero se nota que te gusta, que le pones a esto".

Durante ocho años, fui cantante de este grupo, Tenaz, que se llamaba así porque todos teníamos más de 40 años, hasta que en el 2016 el grupo se disolvió. Cuando regrese a La Habana haré un par de audiciones para ver si vuelvo a cantar con otro grupo.

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Mi esposa es muy escéptica sobre esto, como muchos amigos que, cuando me escuchan cantar, me dicen: "No dejes de escribir…". Yo no creo que vaya a dejar nunca de escribir, pero la escritura es un placer que para tener el feedback de cómo lo hiciste, necesita un poco de tiempo; que se publique el libro y que la gente de valore después. En cambio, cuando estás cantando en un escenario, inmediatamente sabes si lo estás haciendo bien.

Si lo estás haciendo mal, tienes que agacharte porque te lanzan tomates o piedras.

Hay algo también muy especial en la capacidad de conectar directamente con el público. Yo creo que muchos escritores se refugian en una especie de torre de marfil y ponen a su literatura como el único puente entre ellos y la realidad. Creo que muchos escritores pudieran tener más contacto con la realidad. Para mí, una buena parte de ese contacto es a través de lo que canto. Me gusta el desafío de contar a veces historias, no en 200 o 300 páginas, sino en ocho versos. Me gusta el desafío de tratar de no desafinar, dentro de los límites de mi voz; me gusta ser parte de una sinergia de cuatro instrumentos, además de la voz, me gusta ser parte de un trabajo que no es la soledad del escritor, sino un trabajo de grupo.

— Has mencionado mucho la palabra 'desafío'. ¿No habrá algo de desafío en eso de ser también cantante? Como decías al principio: al no encontrar algo a tu gusto, preferiste hacerlo tú mismo. Por qué es un reto en sí ser un roquero en Cuba.

— Yo creo que una buena parte de mi vida se podría definir con esa palabra: 'desafío'. Me gustan los desafíos, me gusta la gente que me dice: "No puedes hacer esto" o "no eres lo bastante bueno para hacer esto".

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Ser un escritor en Cuba con este aspecto de roquero ya era un desafío, porque resulta bastante chocante. A veces, cuando me invitan a comparecencias en televisión, a veces la gente se queda como: "¿Este es el escritor? No sé… ¡el programa de hoy no era sobre rock!".

Creo que durante mi vida le he demostrado a la gente que no es la apariencia lo que determina lo que llevas dentro. Es un grave error juzgar a la bebida por la botella y no por el contenido. Es inevitable tener primeras impresiones cuando conoces a alguien, pero no debes limitarte nunca a las primeras impresiones, trata de ir más allá. Yo soy la negación de las primeras impresiones. Para muchos es una sorpresa, y al verme dicen: "¿Un roquero que no fuma, no bebe alcohol, no consume drogas y ni siquiera toma café? ¿Qué clase de roquero eres tú?". Se trata de intentar romper esquemas, de ir contra lo ortodoxo, contra la homogeneidad, de darle un sabor distinto al mundo y de apostar por la diversidad. 

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