"Por el carnaval se mueve toda la ciudad, genera turismo y muchísimas fuentes de trabajo porque trabajan las peluqueras, las costureras, las barracas, los pintores, maquilladoras, los herreros, las fábricas de calzado", dijo Cecilia Umpiérrez, directora de la escuela de samba Emperadores de la Zona Sur, ganadora de la fiesta en 2016.
Artigas es una ciudad fronteriza, separada de la ciudad brasileña de Quaraí por el río Cuareim.
Hace unos 30 años, una autoridad de Quaraí decidió ponerle fin a la celebración de carnaval que se realizaba allí.
Fue entonces cuando los habitantes de Artigas comenzaron a gestar esto que hoy es la principal fiesta del departamento.
Se apropiaron así de esta tradición, la perfeccionaron y la transformaron en un evento internacional.
En este departamento, bautizado con el apellido del prócer de la República Oriental del Uruguay, José Artigas y con unos 73.000 habitantes, todo esta fiesta tiene un aire de los grandes carnavales brasileños.
Si un extranjero no supiera que está en Uruguay podría pensar tranquilamente que se encuentra en el país del samba, porque el vestuario, los colores, las plumas, las danzas, la música y hasta el idioma son idénticos, porque las letras que entonan los cantantes de las escuelas de samba están en portugués.
Artigas es el único departamento uruguayo que tiene límites con Brasil y con Argentina, lo que lleva a un gran multiculturalismo.
Cada vez llegan más personas desde distintos rincones del país a vivir esta experiencia, así como cada año se incrementa la cantidad de extranjeros.
"Este año llegó a Artigas una delegación del Líbano, porque del otro lado de la frontera, hay una gran comunidad de libaneses; es por esto que una gran congregación viene a vivir nuestra fiesta", expresó Umpiérrez.
En Artigas hay cuatro escuelas profesionales, que tienen entre 20 y 28 años de trayectoria, a las que los habitantes les llaman "Escuelas del Grupo Especial", pero también participan del desfile algunas escuelas invitadas.
El trabajo de estos grupos es constante y casi no paran en todo el año, apenas termina un carnaval inician el trabajo para el siguiente.
Cada escuela debe tener un mínimo de 500 integrantes para poder participar en el desfile, pero generalmente este número se duplica.
"Las escuelas tienen un promedio de 800 ó 900 integrantes, gastan para desfilar por la avenida principal alrededor de cuatro millones de pesos", unos 138.000 dólares, dijo Umpiérrez.
Casi todos los que desfilan son artiguenses, aunque las escuelas traen a sus principales cantantes de agrupaciones de Porto Alegre, San Pablo o Río de Janeiro", explicó.
En la fiesta hay figura clave para las escuelas: el carnavalesco, que oficia como director del espectáculo y toma todas las decisiones estéticas y de montaje del tema elegido y será quien decida qué se puede hacer con los materiales que la escuela pudo comprar.
"Son muy pocas las diferencias con el carnaval de Brasil, una "escola" de Brasil te lleva de 4.000 a 6.000 personas y nosotros no llegamos a 1.000; a pesar de que acá se fabrican muchas cosas, todas las escuelas compramos algunas esculturas, fantasías, y la creatividad del carnavalesco es lo que hace algo diferente con los mismos materiales que se usaron en Río de Janeiro o en San Pablo con otro tema", dijo.
"Tenés que maquillarte, peinarte, y cada grupo va a diferentes puntos de la ciudad, el momento de juntarnos todos a concentrar en la plaza es de un amor que no tiene límites, es un placer", contó Umpiérrez.
Al finalizar el ritual, los carros son arrastrados nuevamente hacia la plaza principal de la ciudad y, a pesar del cansancio, ya se comienzan a crear imágenes de lo que será el próximo carnaval.