Aunque no existía ninguna ley que lo prohibiera, lo cierto es que desde los años 90 se aplicaba una medida no escrita, pero de obligatorio cumplimiento, que impedía a los nacionales abordar embarcaciones, así como a cubanos residentes fuera de Cuba, llegar por mar a la isla.
Esta regulación tuvo su raíz en una época en que proliferaron los secuestros de embarcaciones con el objetivo de dirigirlas a Estados Unidos, trayendo como consecuencia no pocos hechos sangrientos. La Ley de Ajuste Cubano y la política de "pies secos, pies mojados", —aún hoy vigentes— agravaban el asunto. Para colmo, las embarcaciones que lograban llegar al vecino del norte eran decomisadas y no devueltas a Cuba, lo que significó más de un conflicto.
En los últimos tiempos, con la normalización de las relaciones con EEUU y las nuevas políticas migratorias cubanas, la prohibición había ido perdiendo parte de su sentido inicial y se hacía cada vez más difícil de aplicar o controlar, a la vez que se continuaba llevando a veces hasta límites absurdos.
Es en este momento que las autoridades cubanas levantan la prohibición, como continuidad del proceso de estudio de las normas migratorias.
"En el contexto actual de las relaciones con Estados Unidos, se han sostenido intercambios entre autoridades de ambos países para abordar temas relacionados con la aplicación y cumplimiento de la ley, el terrorismo, la seguridad de la navegación marítima y el tráfico de personas, así como de los viajes y el comercio, entre otros temas relacionados con la seguridad nacional de Cuba y EEUU, con el objetivo de promover la cooperación bilateral de beneficio mutuo", explica la nota oficial.
Queda ahora la pelota en el terreno de Estados Unidos, al que le toca no solo revisar y derogar la Ley de Ajuste Cubano, que sigue propiciando la emigración ilegal, sino levantar su propia prohibición a los ciudadanos estadounidenses de viajar libremente a Cuba.
Mientras tanto, aunque el crucero o el yate sigan siendo un sueño inalcanzable para la inmensa mayoría de los cubanos, conforta saber que hemos recuperado un derecho elemental.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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