Los objetivos de la "política histórica" de Occidente

© Foto : Alexander Zinoviev Biographical Institute archiveOleg Nazárov
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El miembro del Club Zinóviev Oleg Nazárov analiza la cuestión de los culpables de la Segunda Guerra Mundial, que volvió a surgir en vísperas del 75 aniversario del inicio del conflicto.
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En vísperas del 75 aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, la integrante de la Comisión Europea, Martine Reichert, declaró que el conflicto había sido desatado por Rusia. El Ministerio de Asuntos Exteriores calificó su declaración como "una alevosa ofensa que pretende borrar la frontera entre el bien y el mal e insulta la memoria de los 27 millones de soviéticos que dieron sus vidas para liberar al mundo de la "peste parda"

Los objetivos de la "política histórica" de EEUU

Estamos de acuerdo con la calificación dada por la cancillería rusa pero, al mismo tiempo, no debemos olvidar que no es nada nuevo, que semejantes cosas ya habían salido de la boca de los políticos europeos de segunda fila, casi indistinguibles entre ellos por ser demasiado sosos. Hace cinco años, en vísperas del 70 aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial, en Occidente y en algunas antiguas repúblicas de la extinta URSS se desplegó una masiva campaña propagandística antisoviética y antirrusa. La idea de que la responsabilidad del desatamiento de la guerra mundial recae sobre Rusia en la misma medida que sobre Alemania, se extendió por toda Europa. Hasta ahora las resoluciones y declaraciones del género siguen cayendo como basura de un saco roto. Hacerse publicidad arrojando lodo a los caídos luchadores contra el nazismo, está de moda en la "civilizada Europa" y se ha convertido en un "valor".

En cuanto a las causas de este fenómeno Igor Shishkin, vicedirector del Instituto de los países de la CEI, señaló, con toda la razón: "Sólo un inocente podría creer que los políticos, politólogos y periodistas de todo pelaje y condición se aficionaron, de repente, a la historia y empezaron a preocuparse del triunfo de la justicia histórica tanto que no pueden ni comer. En realidad, no son investigaciones históricas sino una ‘política histórica’. De ahí que la revisión de la historia de la Segunda Guerra Mundial no es un problema histórico, sino político o, más bien, geopolítico… Los intentos de reescribir la historia de la Segunda Guerra Mundial sirven para llevar a cabo el proyecto de construcción de un mundo unipolar, de establecimiento de un nuevo orden mundial. Un proyecto de sentido estratégico para las fuerzas influyentes de Occidente. Es por eso que la apuesta en este ‘juego histórico’ no es el dinero ni el territorio, sino la existencia de Rusia como un Estado soberano, un centro civilizacional y político independiente. Aunque si ellos ganan, también se quedarán con nuestro dinero y con nuestro territorio".

Si lo permitimos se quedarán también con los recursos naturales. La cantidad y la estructura de la población se "optimizarán" de acuerdo con los criterios elaborados en Washington. Y la Federación de Rusia será dividida en "principados independientes".

El sistema de relaciones internacionales establecido en Yalta-Postdam fue resultado de la Segunda Guerra Mundial. En 1945 nadie, tampoco Gran Bretaña o EEUU, ponía en tela de juicio el papel crucial que tuvo la Unión Soviética en la derrota de la Alemania hitleriana y sus satélites. Al ser uno de los autores del sistema de Yalta-Potsdam, la URSS se convirtió en uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y, al mismo tiempo, en el principal rival de EEUU en el planeta. Y lo fue hasta su desintegración.

A principios de los años 1990, tras deshacerse de la "competencia", Washington tomó rumbo hacia la construcción del mundo unipolar. Rusia, por débil que fuera, representaba un obstáculo en este camino. Con el fin de modificar el estatus de nuestro Estado en el escenario internacional se desató una campaña para la revisión de la historia de la Segunda Guerra Mundial. Los triunfadores sobre el nazismo se pintan en Occidente como agresores y culpables de la guerra. En las escuelas la historia de la Segunda Guerra Mundial se imparte de tal modo que no es de extrañar que muchos escolares estadounidenses y europeos desconozcan quiénes lucharon contra quiénes entre 1939 y 1945. Sin embargo, saben muy bien que fue Occidente, y nadie más, el que liberó al mundo del nazismo.

La "política histórica" de los países de Europa Oriental

Los Estados del este de Europa también desempeñan determinados papeles en el juego geopolítico global dirigido por Washington. Los líderes de estos países se desviven por demostrar a los estadounidenses su lealtad y su disposición de hacer cualquier faena a Rusia y a los rusos, incluso en su propio perjuicio.

Los dirigentes de la OTAN, por supuesto, se aprovechan de cómo les hacen la pelota los flamantes miembros de la Alianza. Pero de vez en cuando muestran cierta actitud de menosprecio hacia los Estados de  Europa Oriental. En mayo de 2014 resonó el escándalo en Letonia provocado por los excesos de los marineros de la OTAN en el puerto de Ventspils. El alcalde de la ciudad, Aivars Lembergs, escribió una carta al secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen, en la que decía: "Los marinos de la OTAN se comportan en Ventspils como cerdos, violando las leyes de Letonia y las reglas de conducta del municipio. En estado de embriaguez orinaban en público, vomitaban y bebían alcohol en lugares públicos, lo cual está prohibido. Además arrancaban flores para dárselas a las prostitutas. Se comportaban como unos ocupantes que no reconocen la soberanía de Letonia ni sus leyes".

Hecha en un arranque de cólera, esta confesión vale mucho. Porque los políticos de Europa, especialmente de la llamada ‘nueva’, rara vez son sinceros. Sólo hay una cosa que no está clara: ¿de qué soberanía letona hablaba el alcalde de Ventspils? Durante la Perestroika de Gorbachov los políticos de los países bálticos usaron consignas independentistas para llegar al poder y al reparto del patrimonio soviético. Al obtener la independencia se echaron en brazos de los poco cariñosos UE y EEUU. Y ahora les sorprende que los militares de la OTAN se comporten como ocupantes. A lo hecho, pecho…

Al mismo tiempo, las élites favorables a Occidente de los países de Europa Oriental se aprovechan de la "política histórica" para solucionar sus propios problemas. El más importante de ellos es conservar el poder y los bienes que consiguieron arrancar del patrimonio soviético. La "política histórica" está destinada a sacar a la luz los hechos y argumentos capaces de justificar la postura antirrusa de los separatistas que se hicieron con el poder en las ex repúblicas soviéticas.

Para ello cualquier cosa sirve. Hace cinco años, el entonces presidente de Ucrania, Víctor Yúschenko, celebraba el 350 aniversario de la batalla de Konotop, una batalla de poca importancia en el curso de la guerra ruso-polaca (1654 – 1667) pero ganada por los ucranianos. En septiembre de 2014, las autoridades de Lituania celebraron con pompa el 500 aniversario de la batalla de Orsha en la que una alianza lituano-polaca detuvo la ofensiva de Moscú. No importa que la siguiente ofensiva de los polacos y lituanos en Smolensk terminase en fracaso y que la guerra lituano-rusa continuase durante ocho años más. En Orsha salieron ganadores y basta: a falta de pan, buenas son tortas.

No hay ninguna duda de que los historiadores ucranianos y bálticos seguirán buscando con el sudor de su frente los acontecimientos históricos en los que sus pueblos se enfrentaron, con armas en la mano, a los rusos. Otro objetivo que persiguen es rehabilitar a los colaboracionistas que sirvieron en las tropas nazis y juraron la bandera del Tercer Reich. De ahí esta atención exagerada que desde los años noventa las autoridades ucranianas brindan a los excombatientes del Ejército Insurgente Ucraniano, la rama militar de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, y de la división Galitzia de las SS, nutrida de voluntarios ucranianos. Lo mismo sucede en Estonia y Lituania con respecto a los veteranos de las divisiones de las SS formadas por voluntarios originarios de estos países. Ahora resulta que todos ellos son patriotas ya que lucharon contra los ocupantes "soviéticos". Ya se puede arrojar al olvido cómo los castigadores ucranianos y de los países bálticos eliminaban a la población civil en el territorio de Rusia, Bielorrusia y Polonia…

"La iniciativa partió de Occidente"

Mi respuesta acerca de los culpables de desatar la Segunda Guerra Mundial está formulada en el artículo ‘Siguiendo las huellas de los fautores del nazismo’. Más tarde el diario oficialista Rossiyskaya Gazeta publicó el artículo de Leonid Radzijovski  en el que asegura que lo único que intentaba conseguir Stalin firmando en agosto de 1939 el Tratado de No Agresión con Alemania fue que "Hitler compartiera con él el botín de guerra”.
En realidad no se trataba de repartir Polonia, Europa o el mundo entre la URSS y Alemania, se trataba de otra cuestión: a dónde lanzaría Hitler sus huestes tras una inminente derrota de Polonia: al este o al oeste. Al firmar el Tratado con Alemania, Stalin obtuvo una ventaja para la URSS: ganó tiempo para prepararse para la guerra con Alemania y libró al país de la amenaza de una guerra en dos frentes, pues el conflicto armado con Japón en Jaljin Gol aún continuaba.

Hace diez años entrevisté para el periódico Literaturnaya Gazeta a Alexander Zinóviev, quien dijo:

"La Segunda Guerra Mundial no fue homogénea desde el punto de vista social. Contenía dos tipos de guerra a la vez: por el reparto del mundo y por el sistema social, era una guerra entre dos sistemas sociales, el comunismo y el capitalismo. La guerra de la Alemania nazi contra la URSS fue, de hecho, el intento de los países de Occidente de aplastar la sociedad comunista en la URSS. Es más, la guerra social es la principal parte de la Segunda Guerra Mundial. Y, por último, no fue una guerra entre  partes que compartieran la responsabilidad de haberla desatado. La iniciativa partió de Occidente".

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