Seguimos sin aprender la lección de la Primera Guerra Mundial

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La primera Guerra Mundial fue causa de un nuevo reparto del mundo -el más significativo hasta entonces- y de millones de víctimas. Ahora algunos historiadores y expertos temen que también la crisis en Ucrania pueda servir de prólogo a una nueva catástrofe.

Hace cien años empezó la Primera Guerra Mundial, que fue causa de un nuevo reparto del mundo —el más significativo hasta entonces- y de millones de víctimas. Pero apenas un año antes de su inicio nadie creía que fuera posible.

Europa presumía de su cultura y la capacidad de encontrar una solución de compromiso en cualquier litigio. Todo terminó con una terrible matanza nunca vista antes. Algunos historiadores temen que también la crisis en Ucrania, en caso de ser manejada con malicia, pueda servir de prólogo a dramáticos acontecimientos a gran escala. Ahora todo depende de la habilidad de las fuerzas más sensatas en Europa de ponerse de acuerdo, buscar fórmulas de compromiso y separar la cizaña del buen grano. Aunque cizaña siempre hay más, cabe recordar.

La Primera Guerra Mundial empezó con el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa. Sin embargo, el crimen al principio no presagiaba el desastre. El archiduque y su esposa fueron enterrados, parecía que todo se había calmado. Pero unas semanas más tarde, tronaron los cañones y estalló una atroz guerra mundial que costaría muy caro a la humanidad.

 

No fue ninguna casualidad: el asesinato sirvió de detonante, asegura el historiador ruso, Andréi Marchukov: “A principios del siglo XX las élites políticas y financieras de las principales potencias del mundo se estaban preparando para una guerra mundial. Todos tenían muy claro que era inminente, e incluso lo deseaban: tanto los países de la Triple Alianza, como los de la Triple Entente. Rusia menos que Francia, Gran Bretaña y Alemania. Pero todos se daban cuenta de que las contradicciones acumuladas sólo podían ser resueltas mediante una guerra. Al mismo tiempo, la matanza resultante provocó una gran conmoción para los europeos convencidos de que la razón siempre saldría triunfando”.

Una situación similar se dio en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Las élites de Occidente ansiaban alcanzar una hegemonía planetaria y revisar los resultados de la guerra anterior, y se preparaban para un nuevo reparto del mundo. Lo curioso es que en la actualidad los círculos gobernantes de muchos países sigan soñando con el dominio global y pensando que podrían alcanzarlo con métodos similares. Por eso las autoridades actuales de Ucrania, que instigan a sus ciudadanos a un conflicto antinatural con Rusia, deberían pararse a pensar cómo podrían ser usados sus peligrosos y extraños juegos políticos por parte de fuerzas ansiosas por llevar a cabo un nuevo reparto del mundo.

 

El politólogo ruso Pável Sviátenkov recuerda la situación en Rusia en vísperas de la Primera Guerra Mundial: “Rusia se estaba desarrollando a un ritmo muy intenso. Estaba claro que si la guerra empezaba en 1924, en lugar de en 1914, sería difícil, casi imposible alcanzarla. Fue por eso por lo que Guillermo II de Alemania desató la guerra. Ahora Rusia no tiene las ventajas que tenía el Imperio ruso en vísperas de la Gran Guerra. Pero, en teoría, los ataques y provocaciones contra Rusia relacionados con la crisis ucraniana pueden ser causa de una nueva guerra. Al mismo tiempo todo el mundo es consciente de que este eventual conflicto seguramente sería nuclear. Los países occidentales harán todo para evitarlo pero su retórica es muy similar a la que suele preludiar un conflicto bélico”.

Por supuesto nadie quiere una guerra nuclear, pero muchos en Occidente esperan debilitar a Rusia involucrándola en el conflicto con Ucrania. Y no se ahorran esfuerzos ni recursos para ello. La política de contención de Moscú vuelve a ser una tendencia general. Kiev en esta situación se somete a la voluntad de los estrategas occidentales sin ser un jugador válido. Por eso mucho depende hoy de la sociedad ucraniana, que tendrá que darse cuenta tarde o temprano de que está siendo dominada por manipuladores peligrosos y cínicos sin voluntad política propia ni escrúpulos.

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