Las cotizaciones del oro negro se encuentran totalmente desinfladas: en este sector no se veían precios menores a 20 dólares el barril desde 2002.
El coronavirus, ya desde febrero, amenazaba con causar estragos en la economía mundial y se produjo un exceso de oferta que no hacía sino empeorar la situación.
El reino apostaba por que todos los miembros de la alianza limitaran más su extracción de petróleo, mientras que Rusia y otros miembros no estaban dispuestos a recortar aún más su producción de lo que ya lo hacen. Así, comenzó una guerra de precios en una nueva etapa que se antoja incierta desde el 1 de abril, dado que el 31 de marzo vence el acuerdo sin consenso sobre una prórroga del mismo.
La nueva situación supone que no habrá restricciones en la producción, de manera que las alarmas saltaron cuando Riad empezó a ofrecer su crudo en cantidades claramente superiores y a precios más bajos de lo habitual a Europa, en lo que se puede interpretar como un pulso a Moscú.
Si añadimos a eso que el 27 de marzo el Ministerio de Energía de Arabia Saudí informó de que no se estaban llevando a cabo negociaciones con Rusia para ampliar el pacto OPEP+ ni para regular el mercado, llegamos al incierto escenario en que nos encontramos.