Grass es asesor independiente en materia de metales preciosos y embajador del Instituto Mises —una organización educativa no lucrativa—.
El analista pone como ejemplo a Irán, Venezuela y Turquía, cuyas monedas sufrieron una brusca caída frente al dólar estadounidense y el oro y otros metales preciosos fueron el último refugio de los ahorradores.
"Un precio en alza del oro es el barómetro que muestra que algo en el sistema no funciona bien. Cuando el precio del oro está subiendo, la gente en la calle entiende que algo malo pasa con la economía", dijo.
Grass señala que a medida que el papel moneda pierde su poder adquisitivo y los Gobiernos imprimen más billetes, surgen pocos ganadores pero muchos perdedores. Esta situación crea un mayor descontento entre las personas y agrega más presión sobre el dinero fiduciario —sin valor intrínseco-.
"Las monedas fiduciarias solo están respaldadas por la confianza y la fe en las instituciones que ahora enfrentan una crisis histórica, en todos los ámbitos. A medida que más y más ciudadanos, especialmente en Occidente, comiencen a cuestionar en lugar de aceptar las cosas al pie de la letra y a buscar soluciones alternativas, creo que el dinero fiduciario y quizás el sistema monetario actual en general podría llegar a sucumbir a la presión", concluyó Grass.