Justo después de su reciente investidura, el presidente ruso, Vladímir Putin, firmó los llamados 'decretos de mayo', en los que se definen los planes de trabajo que el Gobierno deberá cumplir hasta el fin de su mandato en 2024. La meta central de los próximos 6 años: lograr un crecimiento a gran escala en el bienestar de los ciudadanos del país.
Las restricciones económicas externas y la frágil situación en el mercado energético redujeron sustancialmente el crecimiento del PIB de Rusia de los 3,4% en 2012 a los 1,5% en 2017. No obstante, el país logró no solo resistir el golpe, sino que más allá supo utilizar la situación para transformar su economía, disminuir la dependencia de la exportación de hidrocarburos, levantar las industrias propias y lograr la independencia en sectores críticos para cualquier país, como el agropecuario, el de las medicinas y el de la defensa.
Ahora, para alcanzar la principal meta de su nuevo mandato, Vladímir Putin estableció la meta de llegar a unas tasas de crecimiento del PIB más altas que la media mundial, que en 2017 se ubicó en el 3,5%. Es precisamente esa la tarea encargada al exministro de Finanzas, Antón Siluánov. En el próximo Gobierno, su figura ha sido propuesta para ocupar el cargo de vice primer ministro que supervisará el trabajo de todo el bloque económico del país.
"Creo que el nombramiento de Antón Siluánov para el cargo de vice primer ministro mejorará en gran medida la tendencia económica en el futuro Gobierno", compartió con la cadena RT el jefe del Instituto de Investigación de Economía Aplicada, Alexandr Abrámov.
El economista recuerda que fue justamente gracias a la política conservadora del exministro de Finanzas que Rusia logró hacer frente a las hostilidades económicas externas. Hasta cierto punto, la candidatura de Siluánov "evidencia la cautelosa estrategia general" que seguirá implementando el nuevo Gobierno, dijo Abrámov.
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Gracias a los esfuerzos de Antón Siluánov, en 2018 entró en vigor la denominada 'nueva regla fiscal', según la cual se formula un presupuesto conservador teniendo en cuenta un precio de petróleo de 40 dólares por barril. Al día de hoy, el precio en el mercado oscila entre los 70 y 80 dólares y los analistas no excluyen que llegue hasta los 100 dólares en 2019.
La 'nueva regla fiscal' establece que los ingresos extra obtenidos por encima de los 40 dólares, serán destinados al Fondo de Bienestar Nacional. Se trata de una reserva que permitirá al Estado cumplir con dos objetivos principales: bajar la dependencia de la economía de las exportaciones de hidrocarburos y cumplir todas sus obligaciones sociales incluso en el caso cuando los ingresos del país caen por debajo de lo planificado.
Pero asegurar el Estado del bienestar ya existente no es suficiente. En lo decretos de mayo, el presidente apuntó a la necesidad de aumentar la productividad laboral, incrementar en un 50% el PIB per cápita, lograr un crecimiento anual del 6% y entrar entre las primeras cinco economías del mundo. Todo eso requiere de inversiones a gran escala y reformas estructurales, apuntan los expertos.
Por muy extraño que parezca, Rusia no tiene problemas en conseguir los recursos para realizar las inversiones necesarias.
Según los cálculos del jefe de Gobierno, Dmitri Medvédev, la implementación de los decretos presidenciales requerirá de unos ocho billones de rublos (unos 123.000 millones de dólares). Esta es una suma bastante accesible para el Gobierno. Solo las reservas bancarias de la población ascienden a los 26 billones de rublos y las reservas en oro del país se calculan en unos 460.000 millones de dólares.
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El problema principal radica en la propia estructura económica del país.
"Tal salto [económico] solo lo puede proporcionar una sociedad libre, que introduzca todo lo nuevo y rechace la injusticia, el estancamiento, la vaga sobreprotección y la burocracia putrefacta", decía Putin en su discurso de inauguración.
Sus palabras causaron gran resonancia en toda Rusia. A pesar de los indiscutibles logros económicos, la sobreprotección y la burocracia es vista dentro del país como uno de los lastres más grandes para un mayor crecimiento. En los próximos 6 años, quedaría en manos de Antón Siluánov dar ese tan necesario impulso hacia las reformas estructurales que permitan cumplir con el programa de Putin.
