"Las conclusiones que sacan los chinos, a juzgar por los resultados de estas reformas, pueden parecer bastante inesperadas. Por ejemplo, dicen que hace 40 años empezó a crecer la clase media china, el motor principal del desarrollo mundial de hoy", apuntó.
Los cambios que tomaron desprevenidos a todos
Originalmente, se trataba de experimentos locales, paulatinos, que se realizaban con mucha cautela.
Estos preveían deshacerse de la división comunal y cambiarla por unidades más pequeñas, como granjas familiares. Estas familias recibieron el derecho de vender sus productos en el mercado. Como resultado de estos cambios, se acabó la hambruna en China casi de inmediato.
El entonces Gobierno de la URSS no hizo mucho caso a estos cambios drásticos porque en Pekín no se había renunciado al socialismo. Ni lo han hecho hasta hoy, porque el sistema económico del país preserva su nombre, expuso el columnista.
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Moscú pasó entonces por alto estas alteraciones, ya que estaba preocupado por el conflicto entre China y Vietnam, que tuvo lugar precisamente en 1979.
Esta fue la última operación militar de China en el extranjero. Ya desde hace casi 40 años el gigante asiático vive una época de paz y desarrollo económico sostenido.
Un mercado de 300 millones de consumidores
La clase media china se hizo con un poder clave y decisivo en el desarrollo económico del mundo entero. De acuerdo con varias estimaciones, 300 millones forman un tercio de la clase media del planeta, apuntó el autor del artículo.
"Estas son las personas que durante las fiestas se dirigen a los supermercados para comprar ternera francesa, cerveza alemana y pescado escandinavo", puso de relieve el analista, refiriéndose a un estudio realizado en una pequeña ciudad china.
Al mismo tiempo, muchos chinos ni siquiera van a las tiendas, y compran productos importados por internet, argumentó.
"Es de esperar que pronto aparezcan nuevos indicios de que las importaciones chinas sirven como motor tanto para la economía del planeta entero como para las de ciertos países. (…) La idea de limitar relaciones —económicas con China— resultaría solo en un suicidio económico masivo", puntualizó Kósirev.
"Una cosa más: que no provoquen a Pekín a entrar en una confrontación militar. La estructura de la economía mundial no lo permitiría. Parece ser propaganda, pero se basa en hechos reales", concluyó.