El experto sostiene que el resto de miembros "nunca trató de igual a igual a Rusia", que había sido incluida tras la Guerra Fría.
"Rusia sólo tenía derecho a discutir sobre política y seguridad pero no sobre asuntos financieros ni económicos", juzga Liu en un editorial del diario Global Times.
Añade que Estados Unidos y Japón aceptan con dificultad el nuevo estatus de las economías emergentes y que la prensa occidental aprovechó la "ligera" recuperación de la crisis global para anunciar el "resurgimiento" del G7.
"Pero la actividad económica de sus miembros muestra que no es más que una reunión de deudores", señala.
"Después de la crisis ucraniana, Occidente excluyó a Rusia del original G8 y llevó al actual G7 de camino a convertirse en una reliquia de la Guerra Fría", continúa.
China y Rusia están en el objetivo del G7, señala Liu, quien recuerda que su reciente reunión terminó con el acuerdo de mantener la presión a Moscú y que las únicas referencias a Pekín tuvieron que ver con el Banco de Inversión de Infraestructura Asiática y los conflictos marítimos en el Mar del Sur de China.
El experto pronostica que la actitud de los miembros europeos decidirá si el G7 es un instrumento geoestratégico o una reliquia.
"Si el G7 se convierte en una plataforma para enfrentar a Occidente contra Rusia, será un desastre para Europa. Encontrar una solución pacífica a la crisis de Ucrania con Rusia se ajusta a los intereses europeos", termina.