El jueves, en la estación argentina Esperanza, en el extremo norte de la península Antártica, se observó la temperatura récord de 18,3 grados centígrados, la cifra más alta jamás registrada en la instalación desde 1961; mientras, en Marambio, el termómetro llegó a 14,1 grados positivos, la temperatura más alta para un febrero desde 1971.
Señaló, asimismo, a modo de referencia, que "la temperatura máxima promedio de esta época del año es de un grado positivo", y por lo tanto el jueves "se superó prácticamente en 15 grados ese valor aquí en Marambio".
"Mi apreciación personal es que estos fenómenos son cada vez más recurrentes y alcanzan valores cada vez más extremos", dijo el militar.
En este contexto, alertó de los efectos que semejantes temperaturas tienen sobre el ecosistema y "en particular sobre el medioambiente cuando se dan en periodos prolongados de anomalías por encima de los valores normales".
"Es de mi opinión que pueden volver a repetirse periodos de este estilo, no es algo que no pueda volver a darse, quizás no con estos valores extremos pero sí periodos así", agregó.
Según la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés), la península Antártica es una de las regiones del mundo más afectadas por el cambio climático, con un aumento de las temperaturas en casi 3 grados centígrados en los últimos 50 años.
La fusión de los hielos antárticos incrementó seis veces entre 1979 y 2017, según la WMO, y si la Antártida se derrite por completo, advierte, el nivel del mar se elevaría unos 60 metros.