Se estima que el espesor de este iceberg —que pesa unos 315.000 millones de toneladas de hielo— alcanza los 210 metros. Los científicos continuarán vigilando minuciosamente este macizo porque puede convertirse en una posible amenaza para los buques oceánicos.
"Estoy emocionada de ver un desprendimiento así después de todos estos años. Sabíamos que en algún momento pasaría, pero solo para mantenernos alerta. No esperábamos que pasase donde ha pasado", declaró la profesora Helen Fricker, de la Institución de Oceanografía Scripps.
La investigadora enfatizó que este evento no está relacionado con el cambio climático. Los datos satelitales recogidos desde la década de 1990 revelan que el desprendimiento permite a Amery mantener un equilibrio, a pesar de que experimenta fuertes derretimientos de hielo en verano.
"Si bien hay mucho de lo que preocuparse por la Antártida, no hay motivo para alarma por esta plataforma de hielo en concreto ", señaló, citada por varios medios.