Sus dos últimas erupciones se produjeron en 1778 y 1924. Su periodo durmiente acabó el 22 de junio del 2019, cuando una enorme columna de cenizas y gases volcánicos salió despedida de su cráter, que mide 700 metros de ancho.
Los astronautas de la Estación Espacial Internacional (EEI) captaron una foto en la que se puede ver cómo las cenizas se elevan al aire y se expanden en un área denominada 'región paraguas'. En esta zona, la densidad de cenizas se iguala a la del aire circundante y los restos de erupción volcánica dejan de subir.
"Qué imagen tan espectacular. Me recuerda a una foto del volcán Saríchev, que entró en erupción en las islas Kuriles hace 10 años", contó el especialista en volcanes Simon Carn, de la Universidad Tecnológica de Michigan (EEUU).
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Según Carn, el círculo de nubes esponjosas en la base de la columna podría indicar que el aire ambiental fue absorbido por la columna y se produjo así la condensación de vapor de agua. También la ceniza podría elevarse en el aire como resultado de la interacción entre magma y agua. El Raikoke está en una pequeña isla. De ahí que los flujos de magma pudieran haber entrado en el agua, opina Carn.
Aparte de las cenizas, varios sensores satelitales rastrearon el movimiento de gases volcánicos. En este caso, el Raikoke produjo una columna de dióxido sulfúrico concentrado, que se separó de la ceniza y giró alrededor del Pacífico Norte a medida que la columna interactuaba con una tormenta.