El estudio, liderado por el profesor Ashish Sharma, revela que la situación acabará siendo de lo más normal, sobre todo en aquellas regiones que ya son hoy especialmente áridas. La investigación se ha convertido en el análisis a escala mundial más exhaustivo hasta ahora sobre las condiciones en las que se encuentran los ríos y las precipitaciones y se basa en los datos de 43.000 estaciones hidrométricas y 5.300 estaciones acuíferas en ríos de 160 países.
Un detalle que se ha pasado por alto
"Es algo que se nos había pasado por alto", ha reconocido Sharma, de la Escuela de Ingeniería Civil y Medioambiental de la Universidad de Nueva Gales del Sur. "Esperábamos que las precipitaciones hubiesen aumentando (…) Lo que no esperábamos es que, a pesar de esa lluvia de más por todo el mundo, los grandes ríos se estuviesen secando", revela.
"Que nuestros ríos tengan menos agua significa que nuestras ciudades y nuestras granjas también tendrán menos", razona. Y, a la vez, la tierra árida hará que los agricultores y granjeros necesiten más agua para sembrar las mismas cosechas. Es preocupante, dice, porque es un patrón que se está repitiendo por todo el mundo y que se intensifica en las regiones ya de por sí secas.
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Una tercera parte
De cada 100 gotas de agua que caen en la tierra, solo 36 de ellas consiguen llegar a los ríos y a los acuíferos, las fuentes de las que se nutre el ser humano. Las otras dos terceras partes las absorbe la corteza terrestre para hidratarse y parar nutrir el ecosistema. Como las temperaturas son cada vez más elevadas, esa misma agua acaba evaporándose.
Las investigaciones precedentes siempre habían pasado por alto estos datos, porque "todo el mundo estaba obsesionado con la parte de la ecuación sobre las inundaciones y había ignorado el componente más peligroso", explica Sharma: el abastecimiento de agua proveniente de las pocas inundaciones que acaba en nuestras reservas de agua —embalses, ríos, presas, etc.—.
La solución
Para atajar el problema, una opción pasa por esperar a que los acuerdos internacionales en materia de cambio climático surtan algún efecto para que se vayan reduciendo las concentraciones de gases de efecto invernadero. Pero Sharma reconoce que "eso llevará mucho tiempo". La otra opción es ser más proactivo "y volver a diseñar nuestros sistemas hidráulicos para que podamos adaptarnos mejor y lidiar con el problema", sugiere.
En las urbes en las que las inundaciones son cada vez más habituales habrá que plantearse establecer algún mecanismo para almacenarla o diversificar su uso. Sharma pone de ejemplo la capital japonesa. "Tokio solía inundarse cada año, pero construyeron un gigantesco tanque bajo la ciudad que ahora almacena se agua", concluye.
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