Casi una cuarta parte del agua embotellada en China tiene una calidad inferior a la legalmente obligatoria y es rica en bacterias, según un análisis reciente.
La noticia no sorprende en un país habituado a los escándalos sanitarios y alimentarios que obligan a preguntarse a la población qué pueden comer sin peligro.
La Administración de Alimentos y Medicinas de China ha encontrado altos niveles de bacterias en el 23 % de las 2.088 muestras examinadas en la segunda mitad del año, según el diario Shanghái Daily.
Algunas de las marcas afectadas son las más habituales en las estanterías de los supermercados, como Wahaha (el mayor productor nacional de agua), C'estbon o Robust (propiedad de la multinacional Danone).
Una muestra de una garrafa de 18,9 litros de Wahaha producida en la provincia de Hebei y vendida en Pekín contaba con 160 CFU (la unidad de medición de bacterias) por mililitro, ocho veces el estándar nacional.
En una garrafa de Robust se encontraron 120 CFU por mililitro, mientras que en otra de C"estbon había nada menos que 29.000 CFU por mililitro.
El agua afectada ha sido retirada del mercado y las marcas han ofrecido la devolución del dinero a sus clientes.
Wahaha ha informado de que ha roto el contrato con la compañía local de donde salió el agua analizada por los problemas de transporte y almacenamiento que habrían causado la aparición de las bacterias. Los otros dos grandes fabricantes no se han manifestado aún.
La calidad del agua corriente es tan baja que su consumo es desaconsejado por motivos de salud, así que muchos chinos la hierven o la compran embotellada.
Pero los datos publicados hoy confirman que también hay motivos para desconfiar del agua embotellada.
El gigante del sector Nongfu, que acapara más del 20 % del mercado, ya estuvo el pasado año envuelto en una polémica cuando se supo que aplicaba la legislación provincial de Zhejiang en lugar de la nacional, por ser la primera más laxa.
La seguridad alimentaria es uno de los problemas que más preocupan a la sociedad china junto a la contaminación o la burbuja inmobiliaria.
Pekín se ha esforzado en los últimos años en regular el sector y aprobar leyes más estrictas pero los escándalos no han cesado.
En alguna ocasión también han salpicado incluso a multinacionales extranjeras como McDonalds, tradicionalmente vistas como el último reducto de seguridad.
