Y es que los europeos deberían ser los primeros interesados en organizar esa cumbre, considerando que el pasado 20 de octubre Trump anunció su intención de retirarse del Tratado sobre Misiles de Alcance Medio y Corto [INF, por sus siglas en inglés] entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética.
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Desde este enfoque parece aún más increíble que la razón que está detrás de la anulación de ese encuentro, pactado por Moscú y Washington, fuera que el mandatario de Francia, Emmanuel Macron, no quisiera que eclipsara la conmemoración que organizó.
Una situación que se puede percibir una falta de miras por parte de París, porque hubiera resultado muy simbólico aprovechar las conmemoraciones del final de la Primera Guerra Mundial para reducir el peligro que se cierne de una nueva Guerra Fría.
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Pero parece que al presidente Macron no le hacía ilusión. Y la impresión que queda es que quizá quería demostrar quién es el dueño en Europa. Pero el resultado, como es habitual no se corresponde con las expectativas. Porque ahora en vez de hablar de la cumbre Putin-Trump en París, todo el mundo habla de las perspectivas de una nueva cumbre. Y las preguntas principales son ¿cuándo y dónde?