Dadáshev, de 28 años de edad, falleció en el UM Prince George’s Hospital Center, de Maryland, Estados Unidos, unas horas después de recibir soberano castigo en una pelea con el puertorriqueño Subriel Matías.
Aún así, bajo del ring por sus propios pies, pero luego perdió el control y necesitó de ayuda para salir del escenario del combate. Ya en el hospital, los médicos decidieron inducirle un coma para intentar salvarlo, pero poco después murió.
Mientras, el argentino Hugo Santillán se debate entre la vida y la muerte, luego de desmayarse en el ring durante el combate ante el uruguayo Eduardo Abreu por el título latino del Consejo Mundial de Boxeo. También durante el pasado fin de semana.
"Tuvieron que operarlo por una inflamación en la zona del cerebro. Sufrió dos paros cardíacos: uno durante la operación y otro mientras estaba en terapia intensiva", dijo a los medios el padre del púgil, quien hace votos porque se recupere su hijo.
"Los boxeadores van siempre a hacerse daño. Si no le haces daño al rival, corres el riesgo de sufrirlo tú y entonces tienes que ver qué es preferible", admitió al conversar con Sputnik el escritor y periodista cubano Víctor Joaquín Ortega, autor de varios libros sobre el pugilismo rentado.
El listado de víctimas es amplio y no solo incluye a aquellos que escalaron el ring en busca de un golpe de fortuna, sino a campeones, con el futuro prácticamente asegurado luego de carreras victoriosas.
Tragedia en el hielo: un árbitro de #hockey muere al recibir el impacto de un disco https://t.co/WnKIo4i0wl pic.twitter.com/I6TtdBUEWZ
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) September 13, 2016
Otros, tal vez con más suerte, perdieron la visión o sufrieron otras enfermedades producto de los golpes, o terminaron sus días como mendigos en las calles de cualquier ciudad del mundo, ante la incapacidad de sobreponerse a las lesiones en el cerebro.
Lograrlo parece una tarea imposible, sobre todo porque detrás de cada combate corren cuantiosas sumas, cuya mayor parte va a las manos de los promotores.
Luego, cuando alguien muere, como le ocurrió a Dadáshev, parece que el mundo va a tomar conciencia, pero es solo momentáneo. Unas horas después se habla del próximo pareo, la otra revancha, cual si nada hubiera pasado.