Antes de que Wheelz descendiera por una rampa construida sobre las gradas de Maracaná un video en el que el presidente del Comité Paralímpico Internacional, Philipe Craven, recorría Brasil hasta llegar a Río calentaba motores para la cuenta atrás.
La primera escena de la ceremonia estuvo dedicada a la "rueda", invento que posibilita la movilidad de personas con minusvalía en las piernas, y al mismo tiempo fue un homenaje a las "ruedas de samba" típicas de Río, con varios músicos locales tocando en vivo, como Monarco, Diogo Nogueira y Teresa Cristina.
Después las proyecciones convirtieron el estadio de Maracaná en una piscina, con el nadador brasileño Daniel Dias, y más tarde en una playa carioca, repleta de coloridos bañistas y vendedores de "matte" y "biscoito globo", dos productos muy ligados al imaginario colectivo carioca.
Tras la simulación de la famosa puesta de sol en la playa de Ipanema el estadio mudó hacia un tono solemne para presentar oficialmente al presidente del Comité Paralímpico Internacional, Philipe Craven, aunque la voz en off ignoró al presidente de Brasil, Michel Temer, sentado a su lado.
El pianista João Carlos Martins, con un problema en las manos que incluso le llevó a publicar un disco "solo para la mano izquierda" interpretó una versión minimalista y muy íntima del himno nacional, mientras en el centro del estadio las sombrillas de la playa se transformaban en flores que formaban la bandera de Brasil.
Los 4.350 atletas de 176 países que participan en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro terminarán su desfile formando un gigantesco mosaico ideado por el famoso artista plástico Vik Muniz.
Cada país va precedido por la bandera nacional y una azafata que sostiene una pieza de puzzle: por un lado muestra el nombre del país y por el reverso exhibe fotos de los rostros de los atletas, que se van juntando al final hasta formar el mosaico.
Los atletas desfilan acompañados por la música del DJ João Brasil y por los animados bailes de los cientos de voluntarios dispuestos en el centro del estadio de Maracaná.
Los primeros en desfilar fueron los atletas del equipo independiente y no los de Grecia, como sucede en los Juegos Olímpicos, aunque los últimos serán los anfitriones, los brasileños, como manda la tradición.
El nadador brasileño Clodoaldo Silva, seis oros en Atenas 2004, fue el encargado de encender el pebetero de los Juegos Paralímpicos Río 2016.
Bajo la fuerte lluvia que bañaba el estadio de Maracaná, Silva llegó frente al pebetero y se deparó ante una gran escalinata que no podía subir con su silla de ruedas.
Mágicamente los escalones dieron paso a una rampa en zigzag, formando una metáfora de los obstáculos que tienen que superar las personas con discapacidad.
La llama se elevó en una esfera hasta encajar frente a la escultura móvil diseñada por el artista norteamericano Anthony Howe, la misma empleada para los Juegos Olímpicos.
Antes del encendido de la llama uno de los momentos más emocionantes lo protagonizó la atleta Márcia Malsar, que con graves dificultades para caminar y apoyada con una muleta resbaló y cayó al suelo con la antorcha.
Se levantó rápidamente ante los aplausos del estadio de Maracaná puesto en pie, lanzando un mensaje involuntario de la capacidad que los atletas paralímpicos tienen para superar las dificultades.
El broche final a la ceremonia de apertura lo puso el cantante Seu Jorge, que interpretó algunos clásicos de Gonzaguinha y Erasmo Carlos con letras referentes a la confianza en el ser humano y la necesidad de saber vivir la vida.
