La Academia Naval estadounidense y el Ministerio de Defensa empezaron a desarrollar unos sistemas biológicamente activos de vigilancia y defensa.
El nuevo equipamiento será capaz de determinar la situación de las embarcaciones del enemigo.
Los investigadores opinan que estas bacterias podrán reaccionar ante ciertos metales, combustible o incluso al nivel de impulso electromagnético. A partir de estos datos, se podrá determinar el tipo de submarino.
Una vez recolectada la información, los drones marítimos y aéreos especializados se encargarán de procesarla.
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Los investigadores agregan que la mayoría de las naves submarinas de propulsión diésel eléctrica dejan una especie de huella que permite determinar la zona de su patrullaje.