"El Kremlin demostró a la Casa Blanca que se pueden crear equipos militares modernos y competitivos sin utilizar presupuestos militares extremadamente inflados", destaca Maier.
Según el columnista, el aumento de los gastos militares hasta alcanzar el 2% del PIB de los países de la OTAN no ayudará a consolidar su defensa y menos si estos fondos son invertidos en el desarrollo de sistemas de combate anticuados e inútiles.
El autor del artículo señala que estas armas han despertado una gran preocupación entre los militares estadounidenses que no tienen con que confrontar a estos desarrollos. Así, la general y jefa del Comando Norte de las Fuerzas Armadas de EEUU, Lori Robinson, declaró que los nuevos misiles de Rusia son capaces de impactar en blancos situados en América del Norte desde distancias "nunca antes vistas".
Por ejemplo, el misil de crucero Burevestnik de propulsión nuclear puede sobrevolar a una distancia de entre 10.000 y 20.000 kilómetros. Estos misiles representan un peligro para EEUU, explica Maier, porque sus sistemas de radar serán incapaces de detectar su lanzamiento a grandes distancias.
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A pesar de que en 2017 el Gobierno de Rusia propuso aumentar los gastos militares de Rusia hasta los 3,05 billones de rublos —más de 53.994 millones de dólares— esta cifra fue mucho menor que la que Washington asignó a su sector militar. Solo en 2017, EEUU invirtió 793.700 millones de dólares en sus Fuerzas Armadas.