Sin embargo, la situación cambió radicalmente después de la revolución islámica de 1979. Irán denunció los tratados con EEUU, tras lo cual Washington congeló unilateralmente todos los depósitos de Irán en los bancos norteamericanos y los de otros países.
"Durante la guerra Irán-Irak —en la cual el Gobierno norteamericano apoyaba a Sadam Husein—, EEUU hacía todo lo posible por impedir que Irán obtuviera equipamiento y piezas de aviones o descubriera las tecnologías de su mantenimiento", explica Joshcheshm.
El mercado libre tampoco podía proporcionar bastantes piezas de suficiente calidad. Como consecuencia, el país persa se enfrentó con serios problemas en la utilización de aviones, y todo ello pese a la alta cualificación de sus pilotos.
Lo mismo pasó con las Fuerzas Aéreas del país persa. Así, actualmente Irán es uno de los mayores productores de radares militares. El armamento de aviones también se va modificando: el país implementa las bombas guiadas por láser y las guiadas de tipo 'Qased' de una tonelada.
"Gracias a las sanciones, Irán alcanzó unos progresos significativos en la producción de piezas, sobre todo para la industria de defensa. El país persa se convirtió en uno de los países más desarrollados en este ámbito. Nuestro país interceptó e hizo aterrizar un dron estadounidense RQ-170 en nuestro espacio aéreo. Al cabo de dos años se estableció la producción de las aeronaves no tripuladas mejoradas basadas en RQ-170", destaca el experto.
Joshcheshm observa que las sanciones estadounidenses siempre han sido un arma de doble filo, concluyendo que EEUU subestimó al país persa y no pudo lograr el objetivo de debilitar a Irán y cambiar su régimen por uno más acorde con los intereses para Washington, ya que Teherán no se rindió pese a la complicada situación.
Lea también: Francia muestra inquietud por el ensayo de un nuevo misil balístico iraní