Aunque Belgrado ya tiene a su disposición seis cazas rusos MiG-29 que Moscú le entregó en condiciones favorables —solo pagarán por la reparación y modernización, lo que constituye unos 185 millones de euros, según el Ministerio de Defensa ruso—, la Fuerza Aérea serbia se frota las manos ante las perspectivas de futuro de su propio potencial, heredado de la antigua Yugoslavia.
Serbia está especialmente orgullosa de los aviones de asalto ligeros, de las aeronaves de entrenamiento Galeb (gaviota, en serbio) y de los bombarderos J-22 Оrao (águila, en serbio), que fueron los primeros de la aviación yugoslava en alcanzar la velocidad del sonido.
"Necesitamos modernizar el 'Águila' para apoyar operaciones terrestres o utilizarlo como medio de lucha a distancia. Como técnicamente el proceso de la modernización del Galeb no es muy distinto de la modernización del Оrao, nos decidimos por empezar precisamente con los cazabombarderos", declaró a Sputnik el mayor general Bojan Zrnic, jefe de la dirección de tecnologías militares del Ministerio de Defensa de Serbia.
La modernización del Orao implica también el desarrollo de nuevos modelos de armamento aéreo, que funcionarán según el principio de 'standoff', es decir, que operarán fuera del alcance de los sistemas antiaéreos, añadió el militar.
En abril de 2016, en el aeródromo serbio de Batajnica, fue presentado el prototipo perfeccionado del Orao, dotado de bombas guiadas por láser, misiles de clase aire-tierra y aire-aire, así como de un equipo de reconocimiento.
