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NECROLOGÍA PARA EL COMPLEJO MILITAR-INDUSTRIAL DE UCRANIA

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Yuri Zaitsev, experto del Instituto de Estudios Espaciales de la Academia de Ciencias de Rusia, RIA Novosti.

Yuri Zaitsev, experto del Instituto de Estudios Espaciales de la Academia de Ciencias de Rusia, RIA Novosti. El proyecto de creación del avión de transporte ruso-ucranio An 70, considerado uno de los derroteros estratégicos de la cooperación técnico-militar entre Rusia y Ucrania, ya puede considerarse definitivamente cerrado, a pesar de que los presidentes Vladimir Putin y Leonid Kuchma en más de una ocasión subrayaban su importancia y carácter prometedor.

La versión oficial de la parte rusa, que dio a conocer el ministro de Defensa, Sergei Ivanov, dice: “El proyecto de An 70 se realiza basándose en un plan elaborado en 1984,  pero su conclusión no se vislumbra”. Como la ventaja fundamental del aparato se presentaba el despegue y aterrizaje acortado en pista de suelo natural. Pero ya es obvio que el An 70 va a necesitar la misma pista que el  pesado Il 76, aunque el primero tiene una capacidad de carga y una autonomía de vuelo mucho más reducidas.

En esencia, el destino del An 70, igual que el de otros muchos proyectos militares que se realizan en Rusia en cooperación con Ucrania, resultó ser predeterminado con la llegada al poder de la Administración de Victor Yuschenko, que proclamó que conduciría a Ucrania hacia la OTAN. En diciembre del año pasado Sergei Ivanov manifestó “A Rusia no la pueden  menos que preocupar las intenciones de Kiev de ingresar en la Alianza Atlántica”, dando a entender que ello provocaría, en primer lugar, la ruptura de vínculos en el complejo militar-industrial. Tarde o temprano, las empresas de la industria de guerra de Ucrania se ahogarán a causa de ello, vaticinó el ministro ruso.

Ucrania heredó de la URSS casi una tercera parte de todo el potencial científico e industrial del ex complejo militar-industrial único, lo que equivalía a un 70% de la industria ucrania. Gracias a ello, Kiev en plazos mínimos se constituyó en uno de los jugadores más notables en el mercado mundial de armamentos.

Pero Ucrania, igual que las demás ex repúblicas soviéticas, no tenía el ciclo cerrado de fabricación de armas, y hasta la fecha sigue dependiendo de los suministros de bloques y piezas de repuesto procedentes de Rusia. Moscú a su vez depende de Kiev.

Según Sergei Ivanov, en 2005 en el marco de esquemas de cooperación y de comercio del material de guerra en condiciones ventajosas de la CEI funcionaban 1330 empresas de Rusia y Ucrania. En el volumen global de las importaciones de productos militares de Ucrania, la parte de Rusia era del 22,8%, mientras que la parte del mercado ruso en las exportaciones ucranias era de un 50 a un 60%, según diversas valoraciones, dijo el ministro.

En el 95% de los helicópteros rusos se utilizan motores de la fábrica “Motor Sich”, de Zaporozhie. Allí mismo se fabrican motores para el avión anfibio Be 200 y el avión-escuela operacional Yak 130. En Ucrania se hacen motores para los buques grandes (verdad que éstos actualmente no se construyen en Rusia) y para los de desembarco sobre colchón de aire. Los automóviles KrAZ,  que portan el sistema de defensa antiaérea S 300, se producen en Kremenchug; las torres de radar para ellos, en Novokramatorsk, y el relleno electrónico, en Lvov.

La nomenclatura del comercio mutuo de material de guerra comprende de 7 a 8 mil items, ha informado el ministro de Defensa de Rusia. A menudo se trata de intercambiar productos simplemente, sin realizar pagos. A veces las fábricas se encuentran en Ucrania, pero las respectivas oficinas de diseño han quedado en Rusia, y viceversa. En tales casos, la cooperación adquiere formas semilegales.

En 2005, Kiev ganó unos 680 millones de dólares del comercio de armas, de los que unos 200 millones le correspondieron a la cooperación con Moscú.

Por supuesto, la ruptura de estos vínculos va a resultar dolorosa para las dos partes y redundará en gastos adicionales. Pero Rusia rompe los vínculos premeditadamente. El complejo militar-industrial es un elemento de la seguridad nacional, la que no puede depender de los ánimos que reinen en la OTAN, peso a sus actuales llamamientos a cooperar y aseveraciones de la lealtad.

¿Será normal que las ojivas para misiles o las turbinas para buques de la Marina de Guerra de Rusia se produzcan en otro Estado, aunque se trate de un “hermano” país eslavo?

Kiev por tradición suministraba instrumental y armamento para los cazas rusos Su 30MKI y Su 30MKK, que se exportan a la India y China. Pero mientras que en la fabricación del Su 27 destinado para Pekín a comienzos de los años 1990 participaban 44 empresas de Ucrania, en la del Su 30MKK su número se redujo hasta 14, y en el ensamblaje por licencia del Su 30MKI, que se realiza en Nueva Delhi, participan sólo 2.

Hasta un cálculo superficial permite ver que Ucrania puede perder hasta 200 millones de dólares al año a causa de la reducción de la cooperación con Rusia, además casi todas las pérdidas corresponden al sector de exportación conjunta a terceros países.

Los últimos años, los productores rusos encuentran cada vez más a menudo posibilidades de fabricar con sus propias fuerzas piezas y bloques análogos a los ucranios. Se renuncia a los suministros ucranios hasta en casos de resultar más costosa la producción propia y provocar dudas la calidad del artículo. Dentro de unos 2-3 años, las empresas rusas serán capaces de fabricar la mayoría de los bloques que antes producía Ucrania, y dentro de unos 8-10, hasta los más complicados.

Probablemente pueden surgir problemas con motores para helicópteros. Pero se puede organizar su fabricación en Ribynsk. Es más, se prevé instituir en Rusia un holding de construcción de motores, que se encargará de desarrollar el motor de quinta generación para helicópteros. La empresa ucrania “Motor Sich” ya ha expresado el deseo de formar parte de ese holding.

Las piezas de repuesto para los aviones de transporte de la compañía ucrania Antonov podrán fabricarse en empresas de construcción de aparatos de aviación de Voronezh y Omsk, y las torres para antenas de radares del sistema S 300, las puede producir cualquier fábrica de Rusia.

En ninguna parte del mundo existía un centro de construcción de misiles e ingenios espaciales análogo al de Dniepropetrovsk, empresa única, cuya repetición es poco probable. Allí se proyectaban y fabricaban los mejores en el mundo misiles balísticos y vectores construidos tomando por base los primeros, incluido el intercontinental SS 18, “Satanás” o “Voevoda”, según lo denominan en Rusia, con la parte de ojiva de 8 toneladas y 10 bloques de guiado individual. Ese misil ya se pone fuera de servicio, la parte ucrania  actualmente sólo está realizando su supervisión y también participa en lanzamientos del vector Dniepr, que fue desarrollado sobre su base. Los lanzamientos se realizan o desde la base espacial de Baikonur, alquilada por Rusia a largo plazo, o desde la de Dombrovski, provincia de Oremburgo, donde está acuartelado un grupo de Tropas Coheteriles de Misiones Especiales.

A Rusia tampoco le hace falta ya el misil balístico intercontinental con base en ferrocarril SS24 “Escalpelo”: el último complejo operacional ferroviario fue liquidado a comienzos del año en curso. En vez de “Satanás” y “Escalpelo”, Rusia actualmente fabrica misiles únicos “Topol M”, que ya se ponen en servicio, y “Bulava”, que están pasando pruebas en submarino de destinación estratégica.

Perece simplemente irreal la creación en Ucrania, sin participación de Rusia, de su propia rama espacial autoabastecida, aunque los dirigentes del país intentan hacerse fuertes aunque sea en el mercado de lanzamientos y sentar las bases de una estrategia de alto rendimiento comercial. Verdad que se realizan lanzamientos bastante regulares del vector ucranio  “Zenit 3SL” en el marco del programa “Arranque marino”. En total, ya se realizaron 19 lanzamientos. Pero la parte de la participación rusa en su fabricación, incluido el elemento más costoso, el motor, es de más del 60% del costo total del vector.

Entre 2006 y 2007 se prevé lanzar el “Zenit M” (Zenit 2M, de dos etapas, y Zenit 3M, de tres) en el marco del programa “Arranque terrestre”, efectuando de 3 a 4 lanzamientos al año y alcanzando la resarcibilidad dentro de unos 5-6 años. Pero dado el aporte de Rusia a la fabricación del vector y la creación del complejo de lanzamiento, la parte de sus beneficios del uso comercial del “Zenit M” será del 70%, y la de Ucrania, sólo del 30%.

La destrucción de la cooperación ruso-ucrania  resulta ser también una tragedia de muchos profesionales de muy alta calificación, los que producían el mejor armamento en el mundo, incluidos aparatos de aviación y misiles estratégicos y sistemas de defensa antiaérea. Según ha señalado el director del Instituto de los Países de la CEI, Vladimir Zharijin, bloques para muchos sistemas de armas rusos llegan, en primer lugar, de empresas de Lvov  e Ivano-Frankovsk. O sea de Ucrania Occidental que apoyó a los líderes de la “revolución naranja”. El cierre de la cooperación técnico-militar con Rusia  privará de sustento a los trabajadores de esas empresas.

Yuri Kliuchkovski, representante del presidente Yuschenko en la Rada Suprema, ha dicho no creer mucho en las “manifestaciones del señor Ivanov sobre el eventual cese de la cooperación técnico-militar en caso de ingresar Ucrania en la OTAN”. Según él, Rusia siempre se ha distinguido por pragmatismo, y si le conviniese dejar de cooperar con Ucrania en esa rama, ella lo habría hecho hace mucho ya. No, ello no le conviene a Rusia, pero ella se ve obligada a proceder de este modo. Kliuchkovski asimismo dijo: cuando Ucrania ingrese en la Alianza Atlántica, la mayoría de los contratos firmados con Rusia se sustituirán por los concertados con la OTAN.

Bendito es que así lo cree. Las empresas militares de Europa del Este ya atravesaron esa etapa, cerrándose muchas.

Ucrania tendrá que readaptarse a los estándares de la OTAN, además se verá en situación de una subordinada. Los funcionarios de la Alianza la obligarán a adquirir armas caras de EE.UU., Alemania y Francia y procurarán hacer que las unidades de producción de la industria de guerra ucrania no funcionen con demasiada intensidad. Los otanistas difícilmente querrán utilizar los talleres de fábricas ucranias que quedarán vacíos para producir material de guerra para la Alianza. Para ello habrá que reequiparlos, como mínimo.

El documento sobre el ingreso de Kiev en la OTAN resonará como una necrología para el complejo militar-industrial del país. Moscú no tendrá otra salida que la de dejar de cooperar con Ucrania en esta materia. En los derroteros estratégicos es necesario garantizar independencia con respecto a la política ucrania, tan impredecible, según ha mostrado la vida. Ucrania se vería obligada a buscar socios en los países del tercer mundo o, en el mejor de los casos, servir de taller de ensamblaje para la industria de guerra de la OTAN. En opinión de expertos, tampoco se puede descartar una tercera variante: la obsoleta industria militar del país puede asumir el papel de un “servicentro” para el viejo material de guerra soviético que está diseminado por todo el planeta.

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