Hacia finales del siglo IX, Tikal y otras ciudades mayas fueron abandonadas, y un nuevo análisis de los embalses proporciona nuevas explicaciones del éxodo de la ciudad.
La urbe era muy grande y propensa a graves sequías, sin lagos ni ríos, y la contaminación de los depósitos de agua pluvial podría haber significado la muerte.
"La conversión de los embalses centrales de Tikal (...) en lugares insalubres habría llevado práctica y simbólicamente al abandono de esta magnífica ciudad", escriben los investigadores en un nuevo artículo.
El análisis del ADN que se ha preservado en la tierra hasta ahora reveló rastros de dos tipos diferentes de cianobacterias (algas verdeazuladas) en los depósitos. Las pruebas sugieren que estos organismos —planktothrix y microcystis— existieron allí durante siglos, pero probablemente se volvieron particularmente problemáticos durante los períodos de sequía severa justo antes del abandono de Tikal a mediados del siglo IX.
"El agua se habría vuelto imbebible. Habría tenido un sabor desagradable", dice uno de los miembros del equipo de investigadores, el geólogo arqueológico Kenneth Tankersley.
Otro culpable
Los bichos en el agua no eran la única fuente de toxicidad. El análisis también reveló altos niveles de mercurio en el sedimento.
"Como resultado, las principales familias de Tikal probablemente comieran alimentos con mercurio en cada comida", explican los autores.
En el mismo período de tiempo, la aridificación climática y la degradación del medio ambiente fueron también problemas enormes para los mayas, pero la falta de agua potable, que además de ser crucial para sobrevivir era un símbolo potente en la cultura, pudo haber sido la gota que colmó el vaso para la ciudad.