Fueron halladas por unos arqueólogos que estudiaban la estructura del templo construido en el siglo VII a. C., a finales de la XXV dinastía, durante el reinado del faraón Taharka.
Se trata de obras de policromía, el arte de pintar o decorar con varios colores, que permanecieron durante milenios ocultas luego de que estas se desvanecieran y en algunos casos hasta desaparecieran con el transcurrir del tiempo, haciéndose prácticamente invisibles al ojo humano.
La estructura, que fue estudiada por los arqueólogos, consta de dos habitaciones adyacentes, una de las cuales representaría el mundo de los vivos y la otra expresa la vida después de la muerte.
La pintura empleada en policromía hallada es principalmente azul. Este color es considerado uno de los más antiguos tintes sintéticos. Se obtiene calentando una mezcla de carbonato de calcio y dióxido de silicio a unos 800-1.000 grados centígrados. A menudo, se utilizaba para decorar elementos arquitectónicos y crear imágenes, entre otras cosas.
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