Los saludos ahora son con los ojos, con la sonrisa debajo de la mascarilla, con la mano que no termina de salir del bolsillo. Dejamos de darnos besos reales para enviarnos emojis a través de internet. Las medidas de prevención ante la COVID-19 también están cambiando nuestros hábitos cotidianos, pues es más saludable quererse a la distancia que correr a abrazar a cualquiera.
"Durante la contingencia, la normalidad que teníamos pensada como normal se pierde; entonces, hay que resignificar muchas cosas en la forma de relacionarnos con los demás. Eso incluye el saludo, ¿no? Incluye empezar a poner barreras en el saludo", explica la maestra en Psicología por la UNAM, Ana Carreño Mendoza, para Sputnik.
Por otro lado, precisa, la normalidad está dada en función del contexto cultural de cada país. No es lo mismo un saludo en América Latina, que en algunos países de Asia, pues la relación de cercanía es distinta. Es decir, los saludos tienen distintos códigos de proximidad según la región en la que se desarrollen.
Del saludo a los gestos de rechazo
Para evitar el riesgo de contagiarnos del virus, las medidas de prevención que se dictan a nivel mundial llaman al distanciamiento social. Saludar con el codo, con el corazón, con un choque de pies. Todo menos lo que solíamos hacer: estrechar manos, dar abrazos, besar mejillas. Lo de hoy es el distanciamiento social.
Los saludos forman parte del protocolo que se requiere para iniciar una conversación con los otros. Además, precisa Salvador Torres, un saludo nunca se comunica en solitario, sino que va acompañado de una serie de gestos según el contexto en el que se desarrolle. Todo en su conjunto indica la significación del acto.
Al respecto, Carreño Mendoza señala que las implicaciones de la contingencia apuntan hacia una resignificación en términos espaciales, de relación temporal y de la convivencia que tenemos con los otros. Es decir que, por lo menos durante la contingencia, las normas de convivencia tendrán que tender hacia el asilamiento para resguardarnos del virus.
Bajo un escenario como en el que estamos, el saludo entonces se reconfigura en términos de una barrera necesaria que ponemos entre el yo y los otros, con el fin de protegernos a nosotros mismos del contagio. Por lo tanto, los gestos que solían ser complementarios de los saludos están cambiando por aquellos que insinúan un rechazo hacia el otro.
"En ese sentido, sociedades como la nuestra en la que estamos tan acostumbrados al contacto físico pueden sufrir transformaciones a nivel de proximidad y, eventualmente, añadiremos gestos a las formas de convivencia que ya teníamos establecidas", explica Salvador Torres.
Dadas las circunstancias, no es posible predecir cómo será la vida en el mundo después de la pandemia; no obstante, ambos especialistas apuntan hacia una reconversión de la idea que teníamos de vida o, por lo menos, de las normas de convivencia.