Aunque Taxco tiene el corazón de plata, la ciudad también se caracteriza por su arquitectura colonial, plazas, monumentos e iglesias que forman parte de los monumentos históricos del estado de Guerrero y de México, informa Notimex.
Uno de los atractivos más importantes de esta ciudad es el Templo de Santa Prisca, una obra colonial mandada a construir en 1750 por José de la Borda, uno de los empresarios mineros más ricos de la región en aquella época.
El recinto, edificado en tan solo siete años y medio para que el sacerdote Manuel de la Borda, hijo de José de la Borda, pudiera oficiar misa, se convirtió, en su momento, en el edificio más alto de México, al alcanzar una altura de 94.58 metros.
Taxco tiene una diversidad de atractivos turísticos que no se recorren en un solo día por sus calles sin banquetas, desde donde se puede apreciar la estatua monumental del Cristo de 20 metros de alto, ubicada en el Cerro de Atachi, un mirador desde donde se puede apreciar toda esta ciudad.
Esta ciudad debe su nombre a dos particularidades: la primera por la palabra en náhuatl "tlachtli", que significa juego de pelota o lugar en el que se juega el juego de pelota, y la segunda por el escritor novohispano Juan Ruiz de Alarcón, nacido en este lugar.
Taxco, donde la tranquilidad se respira en sus calles, forma parte del conocido Triángulo del Sol, zona turística por excelencia del estado de Guerrero, que contempla las ciudades de Acapulco e Ixtapa-Zihuatanejo.
En 2002, se convirtió en la tercera ciudad en ser reconocida por la Secretaría de Turismo (Sectur) como un Pueblo Mágico, debido a su arquitectura colonial, sus artesanías de plata, su historia y paisajes que encantan a cualquiera.
La actividad minera en Taxco dio comienzo aproximadamente tras la llegada de Hernán Cortés, quien ordenó explotar la plata de la ciudad tras descubrir que el metal que creía era estaño en realidad era plata.
Nadie se puede ir de aquí sin visitar los talleres de plata o adquirir una pieza de este metal, como cadenas, conjuntos, dijes, esclavas, arracadas, broqueles, collares, pulseras, rosarios y medallas, incluso, los artesanos de la plata pueden crear piezas únicas que el cliente solicite.
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En cuanto a gastronomía se refiere, el pueblo guerrerense ofrece una combinación de recetas prehispánicas y coloniales, como el pozole verde guerrerense, que se puede acompañar con tostadas, aguacate, chicarrón y tacos dorados, o bien un delicioso mole rosa que tiene el color del piñón rosa, la granada y el betabel; lo picoso del chile chipotle y su sabor dulce del chocolate blanco.