Los resultados del estudio, publicado en Current Biology, se basan en 750 internautas de 60 países. A estos se les instó a escuchar extractos musicales de 14 segundos de duración de 86 sociedades distintas: desde la de los cazadores nativos de Australia hasta la de los pastores de renos de las zonas árticas de Rusia, y a definir el motivo por el que fueron compuestas las melodías: amor, una nana para calmar a un bebé, música propia de rituales, bailes, etc.
"Nuestra naturaleza humana puede ser la base de las estructuras musicales, que trascienden las diferencias culturales a pesar de la increíble diversidad melódica que atesoran innumerables culturas", señala uno de los autores del estudio, Samuel Mehr, de la Universidad de Harvard.
Por otra parte, el equipo de psicólogos de la Universidad de Harvard baraja la posibilidad de que en los resultados haya influido que los 750 participantes estén acostumbrados a utilizar las redes sociales, y que por tanto el condicionante de pertenecer a su cultura no haya sido tan determinante.
Por ese motivo, el equipo de Mehr planea ahora llevar a cabo el mismo experimento en tribus aisladas del Amazonas.
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