"Una de las más apreciadas son las reproducciones de las calacas de Guadalupe Posadas, que ahora fabricamos en artesanía de papel, que llamamos papelismo", dijo a Sputnik Ivette Chaires Hidalgo, discípula del maestro Rodolfo Villaena, premio nacional Grandes Maestros del Arte Popular, cuya obra ha recorrido museos del continente.
Una calavera ceremonial que reproduce las "calacas" de José Guadalupe Posadas, el ilustrador del siglo XIX en los albores de la imprenta, pude costar hasta 300 dólares en la tienda de artesanías del Centro Histórico de Puebla, donde la artesana vende su obra en la tienda Tierra Madre.
La manufactura de las calaveras varía: abarca la cartonería, los diseños textiles, la chaquira y la cerámica, en particular la técnica de la talavera, de minerales cocidos a altas temperaturas para extraerles sus colores.
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La tradición ha evolucionado a lo largo de los siglos y la hoy tradicional imagen de "La Calavera Garbancera", conocida como La Catrina, creada por Posadas, representa a un bailarín de la época del dictador Porfirio Díaz de finales del siglo XIX, que ridiculiza a una mujer de la elite porfiriana con pretensiones refinadas.
La catrina es ahora un elemento infaltable de la celebración de Día de Muertos en el sincretismo religioso que mezcló la cosmovisión y t de las culturas originarias de América con la ideología religiosa católica de los evangelizadores europeos.
Las ofrendas consisten en homenajes familiares, que se colocan en cada casa con flores, bebidas y comidas favoritas de los difuntos, las herramientas y enseres de su vida cotidiana, mezcladas con elementos de los rituales ancestrales, como el incienso de copal y la sal, símbolo de la purificación del alma.
En el 30 aniversario de la declaración del casco histórico original de Puebla como un patrimonio mundial de la Organización de las Naciones Unidas para Ciencia y la Cultura (Unesco), la céntrica ciudad dominada por los volcanes Popocatépetl e Iztacíhuatl conmemoró el aniversario con un "Corredor de las Ofrendas", para que los turistas recorrieran las cien manzanas que preservan la arquitectura colonial.
Las ofrendas temáticas son "un homenaje a personajes cuyo legado ha formado parte de la historia de México y que han trascendido hasta nuestros días como un ejemplo a seguir", dice la presentación.
Este año, el homenaje a las víctimas de los terremotos de septiembre pasado fue el tema que compitió con las tradicionales imágenes de los pintores Frida Khalo y Diego Rivera, el cómico de habla popular Cantinflas, el cantante de música ranchera Pedro Infante, o los héroes de la lucha libre como El Santo.
El autor y artesano, que trabaja como rescatista de primeros auxilios en su vida cotidiana, se encargó de que todos los detalles de un rescate en un terremoto estuvieran presentes.
"Quería mostrar detalles vitales que la gente olvida a la hora de una tragedia, hasta la forma en que se amarra un bebé sin movimiento en una camilla —explicó-, porque a los rescatados nunca los llamamos muertos".
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Los elementos europeos de la iglesias salen en estos días a las calles de México, que se llena de veladoras, inciensos y elementos de los rituales religiosos católicos.
En ese camino al inframundo, rodeado de las fragancias de los inciensos, hacia el Mictlán prehispánico, los muertos requerirán agua, pan y sal de la purificación, iluminados por la luz de las velas, y su tequila, mezcal o cerveza favorita, que sus familias colocan con delicadeza cada año, para su digno festín.