Una de las partes más emotivas se ha producido cuando el sambista Martinho da Vila ha cantado la canción "Carinhoso", un clásico de Pixiguinha de 1917 que está instalado en la memoria colectiva de todos los brasileños, pues ha sido grabado unas 200 veces.
Lo ha hecho acompañado de tres de sus hijas y una nieta, como símbolo de la importancia que en Brasil tiene la cultura oral que se pasa de generación en generación.
El cantante Marthinho Da Vila en acción #CeremoniaDeClausura de los #JuegosOlimpicos #Rio2016 pic.twitter.com/9DtrhuvQdi
— Los Juegos Olímpicos (@juegosolimpicos) 21 de agosto de 2016
Después, se ha izado la bandera de Brasil en el estadio, mientras 27 niños —que representaban los 26 estados brasileños y el Distrito Federal— cantaban el himno nacional acompañados de una poderosa percusión y acababan formando sobre el escenario las estrellas de la bandera de Brasil.
La entrada de los atletas en el estadio se ha producido al son de Carmen Miranda, la brasileña que con sus sombreros de frutas se volvió universal, y que ha establecido un curioso diálogo musical con la joven cantante Roberta Sá, una de las principales voces de la nueva generación de la música popular brasileña.
Las formas geométricas de los pobladores indígenas han dado paso después a uno de los momentos más íntimos de la ceremonia: en medio de la oscuridad el poema "Saudade", escrito e interpretado por el compositor y poeta Arnaldo Antunes, ha sido declamado mientras las palabras se proyectaban en el escenario.
Se trataba de dedicar un momento de recuerdo para los que no están y al mismo tiempo describir la sensación que los Juegos dejarán al despedirse de Río: "Saudade" en portugués significa añoranza, nostalgia, echar de menos.
El final de este bloque lo ha protagonizado el barro y los colores de la tierra: bailarines de la prestigiosa compañía Grupo Corpo ejecutaban sus movimientos de danza contemporánea, en contraste con el tradicional forró "Asa branca", de Luiz Gonzaga, que daba vida a unos muñecos de barro.