¿Estamos ante una guerra de exterminio o es una paranoia?

© Sputnik / Vladimir Trefilov / Acceder al contenido multimediaIskander Valítov
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El miembro del Club Zinóviev, Iskander Valítov, intenta discernir si tenemos voluntad para luchar hasta el final. Al fin y al cabo, el desenlace lo determina, ante todo, nuestra conciencia y el grado de rabia con la que defendamos nuestro territorio

Es evidente que este año será complicado. ¿Qué nos espera? ¿Hasta qué nivel bajarán los precios del petróleo? ¿Hasta 40 dólares por barril? ¿O hasta 30 o 20? ¿Cuánto tiempo durará este precio? Y no cabe engañarse diciendo que la causa son los saudíes que intentan sacar del mercado a los rivales con su esquisto. Ni esperar que la economía mundial vaya a necesitar pronto mucho petróleo y el precio vuelva a ser "justo". No es verdad. Ni los jeques saudíes, ni la OPEP son actores que puedan tomar decisiones a su gusto. Hoy en el mundo existe un solo centro de poder que puede ordenar bajar el precio y cuyas órdenes serán cumplidas sin rechistar. El lector ya sabrá de quién estoy hablando. Sería ingenuo pensar que somos víctimas casuales en un ajuste de cuentas ajeno. Somos el blanco principal de la reducción premeditada del precio del petróleo.

También somos el blanco en la crisis Ucraniana, en la que nos hicieron entrar. Lo que estamos observando allí no es un conflicto entre las partes occidental y oriental de Ucrania. EEUU lleva 20 años criando a un cuervo que le saque los ojos a Rusia. Y que ahora, por orden suya, no repara en destruir la infraestructura de las regiones orientales, en bloquear Crimea, forzando a Rusia a tomar medidas activas. Y por eso digo que no se puede hablar de conflicto. Es una agresión realizada a través de un títere creado para ello intencionadamente. No creo que hoy los ucranianos, en una nueva ola de descontento, sean capaces de analizar lo que pasa y librarse de este espíritu nazi cultivado por su adiestrador. Tampoco creo que el proceso de Minsk lleve a la paz. Para ello Europa y la propia Ucrania deberían dejar de obedecer al manejo exterior de Washington. Pero no pueden, y por eso seguirán con el genocidio, la destrucción del territorio y las hostilidades. Y Rusia se verá obligada a reaccionar ante ello y, posiblemente, de manera más decisiva.

Es más: los provocadores desestabilizan la situación en los Estados limítrofes y en las fronteras del sur de Rusia. Allí también, según sus planes, ha de estallar una guerra. El Estado Islámico es una farsa como "estado". Es un proyecto especial de EEUU, necesario actualmente para mantener a los saudíes en la zona del dólar y acabar con Siria. Mañana el EI estará luchando allí donde lo mande su dueño. Por supuesto, una herramienta así también puede quedar fuera de control. Ya hubo muchos casos de este tipo en el pasado. Pero por ahora no se da el caso, y por lo tanto debemos esperar pronto a "huéspedes" en el sur.

Además, nos vuelven a involucrar en una carrera de armamentos. Hace poco, con increíbles esfuerzos, logramos forjar una paridad en armas nucleares, misiles y aviación. En la etapa actual nos enfrentamos a una tarea semejante en la esfera de las armas supersónicas con carga nuclear o no nuclear. Tendremos que buscar cómo responder al sistema global de ataque inmediato elaborado en EEUU. De no haber paridad, no cabe duda que asestarán este golpe.

Es más, nuestros "socios" hacen todo lo posible por sembrar la disconformidad con las autoridades entre la población. Con este objetivo, imponen un embargo para las importaciones de tecnologías y mercancías, importantes para la población rusa, despliegan una gran campaña para desacreditar al presidente, desestabilizan la situación en el mercado de divisas y hacen otras cosas por el estilo. Estas acciones resultan eficaces, en buena medida, debido a nuestra falta de competencia administrativa, porque hemos perdido la capacidad de alcanzar complicados objetivos estructurales.

Debemos darnos cuenta de que EEUU no tiene otro remedio que intentar destruirnos. Dejarnos sanos y salvos significaría perder el superpoder en un inminente reinicio del desarrollo del sistema financiero mundial. Cuando EEUU se vea obligado a declarar que no devolverá nada a nadie pero todos sigan pagándole, la existencia de otro Estado soberano, apoyado por socios (y China es un actor de mucho peso) y por un escudo nuclear, supondrá una amenaza para este superpoder. Por eso ya es hora de que entendamos que los motivos económicos ya no son primordiales para Washington. No es una cuestión de economía, es una cuestión de supervivencia.
Es absurdo pensar en ganancias cuando se trata de guardar y afianzar el poder mundial. Las pérdidas se recompensarán más tarde. Cuando intentamos entender sus acciones desde el punto de vista de la economía, cometemos un error. No debemos esperar que entiendan que las sanciones perjudican sus finanzas. Ya lo han entendido todo y no dejarán de presionar hasta el final. El suyo o el nuestro.

Y nosotros, ¿estamos listos para contrarrestar el ataque? Claro que sí. EEUU es muy vulnerable hoy, y nosotros tenemos con qué responder. EEUU está atravesando una crisis profunda, es una bancarrota. Ya no puede manejar los procesos que ha iniciado. Algún día Europa entenderá que le están robando: hoy para EEUU es más fácil quitarle un poquito de grasa a Europa que a la Rusia descarnada y armada hasta los dientes. Técnicamente puede hacerlo, por ejemplo provocando una hiperinflación tras haber hecho a todo el mundo convertir, presa del pánico, sus divisas en dólares. Pero entonces es posible que los europeos empiecen a darse cuenta de qué pasa, algo que puede influir en el desenlace de esta guerra.

Pero, ¿estamos dispuestos a luchar hasta el final? El desenlace lo determina, ante todo, nuestra conciencia y el grado de rabia con la que vamos a defender nuestro territorio.

Pero la conciencia es bastante floja. Entender lo que pasa lo califican de paranoia. Todos, incluidos nuestros propios medios, nos intentan convencer de que no debemos defender nada. Insisten en ello.

Nos intentan convencer de que lo de "nuestros enemigos" es fruto de la fantasía de Putin, que en realidad todos son nuestros socios y amigos, en algunos casos, rivales. Pero siempre honestos y sinceros. Y de que nuestro poder es peor que cualquier otro poder civilizado, porque es corrupto, inhumano, tonto, incompetente. Y por eso es mejor renunciar a lo que tenemos. En un caso extremo, cambiar el poder realizando una revolución.
Pero como estamos atrasados, como nos falta cultura y capacidades, no podremos hacerlo por nuestros propios medios. Por eso debemos acudir en ayuda de pueblos más cultos.
Debemos entender que Putin es un aventurero cuyas ambiciones imperiales ya nos han llevado a unas dificultades que seguirán agravándose con él. Por eso es mejor renunciar a Putin ahora mismo antes que quedarnos sin posibilidad de salir al extranjero.
Claro que no nos prometen el oro y el moro, pero como en todo caso no somos lo bastante potentes como para ofrecer resistencia, es mejor para nosotros dejar de resistir ahora mismo, menos graves serán las consecuencias entonces. Todos los países extractores de petróleo viven allí bastante bien, debemos encontrar nuestro lugar en el sistema mundial de división del trabajo. Lo principal es que ingresemos en el mundo civilizado occidental, aunque sea como su periferia: en todo caso es mejor que las privaciones, el aislamiento, las hostilidades y otras calamidades. Por no hablar de la amenaza de una guerra nuclear.

Es lo que nos están imponiendo como si fueran nuestras propias ideas. Es un modo de pensar cómodo desde el punto de vista de la psicología: no pasa nada, vivimos en el mundo de la globalización y el progreso, para resolver los problemas sólo hay que saber pactar con lo que nos proponen. Y a los que no saben hacerlo (léase los presidentes) hay que apartarlos. Esta actitud, a mi modo de ver, no supone postura firme ni voluntad de luchar. Yo creo que es lo mismo que un suicidio: si seguimos sumergidos en nuestra ingenuidad e infantilismo, rechazando que estamos en una guerra de verdad destinada a exterminarnos, un día sí que nos exterminarán. Pero así es cómo lo veo yo. Cada uno puede escoger su propia verdad, pero es cierto que escondiéndonos no seremos capaces de influir en ella.

 

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