Rusia debe superar su dependencia de los 'ratings'

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En opinión del miembro del Club Zinóviev, Alexéi Blinov, los 'ratings' de hoy representan una parte del mecanismo ideológico global diseñado para establecer un nuevo sistema colonial en el mundo.

La pérdida de confianza

La nueva Guerra Fría ha brindado sus primeros frutos positivos: afectó a la industria de los 'ratings', una gran parte de los cuales son el producto propagandista de las ONG occidentales y los laboratorios de ideas, un elemento del mecanismo del poder blando de Occidente, estrategia de una guerra de información, y un eslabón importante en la lucha de ideas mundial. Gracias a la nueva Guerra Fría se ha iniciado la devaluación de la industria de 'ratings' global, ha caído el valor de las pruebas ideológico-propagandistas diseñadas para mostrar la existencia o falta de democracia, transparencia política y eficacia económica.

Es importante que Rusia salga de la inútil e innecesaria carrera por el ‘rating', que recuerda una lucha contra molinos de viento: es inaceptable seguir malgastando tiempo y fuerzas en estas tonterías. Entonar el ‘mea culpa' no es un pasatiempo digno para un país como Rusia.

Ya es imposible rechazar un hecho evidente: los 'ratings' son un medio ideológico de suma importancia para asegurar el liderazgo y la supremacía de los países occidentales en el mundo. Y como sirven hoy de arma en la guerra de información y de la propaganda occidental, cabe tratarlos en conformidad con esta lógica.

La tarea actual es abandonar la ratingfobia y no participar en la ratingmanía global, no gastar dinero y fuerzas en una carrera por 'ratings' positivos, por cada punto de indicadores dudosos. Es importante tener claro que todos los 'ratings' son un mal, porque representan un arma en la guerra de información.

Juego ajeno

Hay que ser coherentes: no se pueden defender las ideas de la multipolaridad y al mismo tiempo participar en el juego diseñado para afianzar el mundo unipolar.

Si analizamos varios 'ratings', no podremos sino asombrarnos de que Rusia aun siga a flote.

Las tres vacas sagradas de la industria occidental de 'ratings' (Moody's, Standard & Poors y Fitch) sirven para asegurar los intereses de EEUU y del imperio del dólar en el mundo (los tres 'ratings' son elaborados por empresas estadounidenses, estrechamente vinculadas con el Departamento del Tesoro de EEUU y Wall Street). Durante la crisis financiera de 2008, que en realidad fue originada, entre otras causas, por sus predicciones, el mundo pudo ver que sus pronósticos —con su metodología no transparente y no controlada- no valen un pimiento,

Pero, a pesar de todos los pronósticos analíticos subversivos, que llevan muchos años ya, Rusia sigue fuerte. Aun hace frente a esta tecnología con vistas a colocar a Rusia entre las repúblicas bananeras, condenarla a un papel de mero exportador de materias primas.

Muchos de los 'ratings' de peso son una pura profanación con el fin de crear un sistema de referencias falso, y premiar a ciertos Estados y regiones con un estatus global artificial. Y los 'ratings' de mayor resonancia representan algo virtual, que apenas tiene algo que ver con la vida real, cuyo objetivo es ofuscar y esclavizar a la gente. Basta con recordar el reciente escándalo, cuando China, la economía número uno, ocupó en el ‘rating' popular del Banco Mundial (Doing Business) el 90 lugar entre 189 países. A los banqueros mundiales les habrá parecido que un negocio al estilo chino no es nada provechoso.

Expertocracia parasitaria

La mayoría de los 'ratings' globales representan una construcción ideológica que no tiene nada que ver con un análisis comparativo real de Estados, basado en un profundo conocimiento de las estadísticas. Los 'ratings' globales parten del sondeo entre expertos. Pero, en este caso, no pueden ser objetivos ni veraces, no pueden reflejar la realidad y, por lo tanto, son falsos. La elaboración de 'ratings' globales ideológicos es una industria parasitaria. La tecnología de la influencia expertocrática, basada en los criterios y evaluaciones subjetivos, refleja la aspiración de las estructuras ilegítimas a influir en las instituciones. Al igual que cualquier otra forma de actividad parasitaria, la expertocracia no defiende intereses de la sociedad, sino que persigue sus propios intereses.

Para ilustrar el alto grado de subjetividad en los 'ratings', pondremos el ejemplo de 'ratings' de las principales universidades del mundo: es evidente la tendencia a afianzar el liderazgo del sistema de educación anglosajón.

El valor de 'ratings' similares es comparable al de las encuestas sociales en plena campaña electoral, muchas de las cuales, los politólogos lo saben, se escriben en la oficina, con cifras inventadas. Esta producción "analítica" no vale más que un horóscopo en revistas para amas de casa.

Un ‘rating' es un producto podrido, por muy respetable que sea el centro que lo genere. La devaluación de los 'ratings' corresponde a la crisis de confianza en la comunidad de expertos occidental. Resulta que ahora no goza de ninguna confianza. El valor de estos 'ratings' para Rusia es el mismo ahora que el de la opinión de Occidente, con sus expertos como Brzezinski, estrellas mediáticas, como Psaki, lobistas como Nuland y McCain, cuyos nombres simbolizan una rusofobia frenética y barbárica.

¿Cómo puede alguien fiarse de los expertos occidentales cuando su actividad tiene por objetivo someterla a Rusia y causarle el mayor daño posible?

Sus opiniones no valen nada.

Mecanismo de una nueva colonización del mundo

Los 'ratings' constituyen uno de los métodos ideológicos de la globalización para unificar el mundo, aquí cada Estado tiene un lugar fijo. Es, en esencia, una parte del mecanismo de colonización del mundo, del establecimiento de un nuevo sistema de castas, segregación de Estados y sociedades contemporáneos. Por algo dijo Alexander Zinóviev que "en la esfera de la ideología lo fundamental no son las ideas sino los mecanismos de su difusión. El poder de los medios occidentales, por ejemplo, es incomparablemente superior al más efectivo de los medios de propaganda empleados por el Vaticano en su mayor época de esplendor". Y los 'ratings' son uno de estos medios. La segregación del mundo fijada en los 'ratings' manifiesta la aspiración de los líderes de Occidente a mostrar su exclusividad. ¿Habéis visto alguna vez un ‘rating' ideológico global en el que los países occidentales no ocupen posiciones superiores?

Los 'ratings' son un mecanismo importante para proyectar el futuro, o el de la historia manipulada, de la que habló Alexander Zinóviev, describiendo la época contemporánea. El sistema financiero mundial establece dependencia entre la financiación y las inversiones y los 'ratings' existentes. La reducción del ‘rating' funciona automáticamente como una tarjeta amarilla. Los 'ratings' de hoy no son unos simples indicadores, suponen influencia, proyección del poder económico e imponen reglas del juego.

Siendo un instrumento de la economía virtual (y la economía cuya masa monetaria no está fijada en valores materiales reales no puede calificarse de otra manera), los 'ratings' sirven exclusivamente para objetivos especulativos.

Los 'ratings' tienen mucha importancia para los ideólogos del liberalismo que defienden el funcionamiento del mercado libre con la mano invisible y la autorregulación del sistema económico. La verdad es que la mano no es tan invisible, los 'ratings' cumplen el mismo papel que los fondos de cobertura (hedge funds), capaces de causar el desplome de divisas nacionales, manipular los precios del petróleo y el oro, jugar con la psicología de consumidores, llevar a cabo el reparto de propiedad mediante un juego en las bolsas… Se trata de acciones bastante visibles y de una mano bastante concreta, y no de una magia de mercado abstracta.

¿Cómo se puede hablar en serio de ello, cuando los mayores deudores del mundo, EEUU, Japón, Gran Bretaña y la UE, tienen 'ratings' económicos más altos? ¿Cómo se puede hablar de la objetividad de estos 'ratings', cuando la masa financiera supera varias veces la masa de mercancías, y la economía virtual de futuros supera las riquezas reales de mañana? Según las estimaciones del FMI, el actual valor de los productos financieros en el mercado mundial supera en 3,5 veces el valor de la producción de la economía real. En estas condiciones, elaborar diferentes 'ratings' sobre la economía mundial es lo mismo que calcular la temperatura media en un hospital que no existe.

Es una industria parasitaria que subsiste justificándose por las estadísticas. Es una ocasión para acordarse de que existen tres tipos de mentiras: la mentira, la maldita mentira y las estadísticas. Y éstas se convierten en una herramienta para especulaciones y manejo del mercado.

Liberarse de los 'ratings' es liberarse de una dependencia avasalladora de la opinión de los que se dan demasiada importancia sin razón alguna.

Hay que superar la ‘ratingmanía', esta obsesión por comparar nuestro país con los demás. Basta ya de prestar atención a los 'ratings', ya es hora de pensar más en el propio desarrollo. Para cambiar la actitud de la población hacia su propio país, para que entendamos mejor que nuestra civilización rusa es única e incomparable, debemos renunciar a la dependencia de los 'ratings', índices, pruebas y opiniones ajenas.

Si seguimos guiándonos a ciegas por los 'ratings' globales ideológicos, idolatrando a los Moody's, no dejaremos de jugar según unas reglas ajenas y, por lo tanto, perder.

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