Rusia se enfrenta a la amenaza de la recodificación de sus patrones culturales

© Sputnik / Sergey Guneev / Acceder al contenido multimediaVladímir Putin, presidente de Rusia
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El presidente ruso, Vladímir Putin, dijo recientemente que la intención de Occidente es "recodificar" las señas de la identidad nacional rusa... Vladímir Lepiojin explica el significado y el mecanismo de esta intención.

"Estamos viendo que se trata de "recodificar" la sociedad en muchos países, incluido el nuestro", declaró Vladímir Putin durante el reciente encuentro con los científicos y profesores en el Museo Central de la Historia Moderna de Rusia. No son palabras casuales, es una tesis fundamental del presidente ruso, derivada de la nueva ideología civilizacional que se está consolidando en nuestro país.

Analicemos, pues, los intentos de recodificar las señas de identidad nacional rusa en los últimos cien años desde la perspectiva civilizacional.
Como bien se sabe, la llegada al poder de los bolcheviques en Rusia supuso una recodificación total de la sociedad ya que el nuevo régimen se planteó el objetivo de sustituir los tradicionales valores civilizacionales rusos por los nuevos, cuasi-civilizacionales. Así, el cristianismo ortodoxo fue reemplazado por el ateísmo, la vida comunitaria de los campesinos por la pseudo-comunidad de las granjas colectivas, la idea imperial por el sistema de un solo partido, la sociedad clasista por otra sin clases. Un país tradicionalmente campesino fue sometido a los procesos de industrialización y urbanización, mientras que los milenarios valores culturales fueron "sovietizados" y marginados. Es obvio que lo artificial de tal estructura, destinada a reemplazar las formas de organización social naturales para los pueblos de Rusia, puso las condiciones para la "muerte" del sistema soviético.

Las reformas liberales conocidas como Perestroika y posteriores en la Rusia postsoviética fueron acompañadas por varios procesos civilizacionales opuestos. Una parte considerable de la sociedad, que podríamos denominar "fuerzas nacionalistas" (los "patriotas"), insistía en la necesidad de decodificar la sociedad soviética y recuperar los valores de la Rusia imperial prerrevolucionaria. Otra parte, también importante, eran "fuerzas liberales" (los "demócratas"), que defendían una estrategia contraria promoviendo una nueva recodificación de las señas de identidad rusa y de la vida nacional. Este proceso supone la sustitución del modelo soviético de desarrollo de la Federación de Rusia por un modelo prooccidental y supranacional, que se suele denominar en los medios rusos y extranjeros "euro-estadounidense", "consumista", "oligárquico", etc.

Debido a la recodificación de la identidad nacional y la asimilación de un paradigma de desarrollo primero "comunista", experimental y cosmopolita y luego, sólo tres generaciones más tarde, "más moderno", liberal o neoconservador, el espacio sociocultural ruso resultó fuertemente eclectizado. Los elementos y características de las más diversas civilizaciones, al mezclarse, se enfrentan, haciendo que muchos de los procesos opuestos, que se están desarrollando en Rusia y en el espacio postsoviético, muchas veces se aniquilen mutuamente y generen nuevas olas de marginalización (que se presenta como modernización y emancipación sociocultural) y "contramarginalización": la superación del vacío legal y axiológico no reforzando y mejorando el sistema legal laico y cultivando los imperativos axiológicos y preferencias socioculturales tradicionales, sino aceptando tales reguladores de conducta como el confesional, corporativo, étnico y otros. Cabe señalar que estos reguladores cobran fuerza en los segmentos más frágiles del "tejido" civilizacional, por ejemplo, en las relaciones familiares, interpersonales y otros ámbitos de la vida humana que se rigen, tradicionalmente por los principios y normas morales.

De esta manera, la sociedad rusa se enfrenta a la amenaza de convertirse en una sociedad de "zombis" programados y manipulados desde fuera. De hecho, Occidente se ha planteado el objetivo de destruir la civilización rusa "despejando espacio" para algo nuevo, totalmente diferente.
Pero aquí hay que señalar una serie de cosas.

En primer lugar, hace falta ser consciente de que la propia civilización euro-occidental ya no es europea, ni siquiera cristiana. Es una civilización de tipo estadounidense, que forma parte del Mundo Global de Dinero y Ganancias. El cristianismo se ha convertido allí en un decorado, nada más: una prueba de ello es la aparición en el trono papal en el Vaticano del jesuita Francisco I, quien no hace otra cosa que minar premeditadamente el prestigio y la influencia de la iglesia católica para complacer a los nuevos propietarios del Banco del Vaticano. Y los valores europeos, cuando se protegen las libertades —por ejemplo de las minorías sexuales- y se hace caso omiso de las masacres contra la población civil en Irak, Siria o Novorossia, ya desde hace mucho son caricaturescos.

En segundo lugar, "la recodificación de la sociedad rusa" es un término demasiado elegante para lo que realmente sucede. A partir de este año observamos una activa expansión de Occidente en el territorio del Mundo Ruso a través de guerras civilizacionales en todo el perímetro del "universo" euro-estadounidense. De ahí que la principal amenaza para Rusia no es una simple pérdida de ciertos elementos de su código cultural, sino la entropía y la división del país entre tres civilizaciones rivales: Occidente, Oriente y Sur…

El filósofo ruso Alexander Zinóviev, dijo hace unos 15 años al respecto: "La tragedia rusa aún no ha llegado a su fin. Se está llevando a cabo con éxito la segunda fase del proyecto antirruso. Queda por realizar la tercera fase, tal vez la más temible, que tiene que ver con la presencia de los rusos en la historia de la humanidad. El objetivo de esta parte del proyecto es falsificar y minusvalorar la contribución de los rusos en la historia de la humanidad para, al fin y al cabo, hacer creer que nunca en la faz de la Tierra ha existido este gran pueblo".

En tercer lugar, las autoridades rusas aún no cuentan con un arma eficaz para luchar contra las técnicas que codifican la conciencia colectiva de la sociedad de consumo. Pero ahora, fracasado el intento de los nuevos líderes rusos de adaptar a Rusia a los cánones europeos, es evidente que tenemos que pensar no sólo en la necesidad de conservar en el espacio del Mundo Ruso de las entidades inmanentes y soberanas, sino también en diseñar y realizar (ya es hora) una eficaz Estrategia del Desarrollo Civilizacional.

Visto lo arriba expuesto, la sociedad rusa debe afrontar al menos siete problemas civilizacionales, a saber:

• decodificar el arquetipo soviético, cuasi-civilizacional (ateo, estatista, pseudo-colectivista, etc.) y eliminar ciertas características esenciales de la Rusia soviética e imperial conservando el resto de ellas;
• frenar y bloquear los intentos de recodificación prooccidental, neoconservadora y neoliberal (cuasi-humanística, individualista, consumista, cosmopolita y globalizadora, antiortodoxa, ecuménica, sectaria, rusófoba, etc.) y de cualquier otro tipo de los elementos básicos del Mundo Ruso;
• recuperar y renovar el milenario y original arquetipo ruso, ortodoxo, multiconfesional, arraigado en lo social y axiológico, creador y civilizacional;
• integrar las entidades y los valores típicos para Rusia y otras naciones de Europa del Este y Eurasia en el marco del modelo antropocéntrico del nuevo mundo ruso-euroasiático que se está consolidando;
• definir y aceptar nuevos valores, referencias y entidades que formen la base de la civilización rusa competitiva, emergente, recuperada y renovada;
• asegurar el desarrollo positivo del factor antropológico en Rusia mediante la "humanización" de la economía, la política y otros ámbitos de vida nacional e introducir en la teoría civilizacional tesis que estimulen un estudio más detallado de la problemática antropológica y axiológica correspondiente;
• poner los cimientos ideológicos de la futura Civilización Euroasiática Transregional (subglobal y proyectada hacia el mundo) como un Mundo de Personas y Valores que irá consolidándose en torno a uno o más núcleos principales, uno de los cuales será Rusia.

El conjunto de estas tareas globales representa, en nuestra opinión, la base de una fórmula de supervivencia y posicionamiento competitivo de Rusia en el mundo globalizado. Es por eso que las palabras de Vladímir Putin sobre los intentos de Occidente de recodificar nuestra sociedad no deben ser interpretadas únicamente como advertencia sino también como un objetivo para las élites modernas rusas.

Lamentablemente, la propaganda prooccidental que intenta manipular la población de los países postsoviéticos ya ha ganado terreno. Si las autoridades rusas se hubieran dado cuenta de la envergadura y el verdadero significado de este proceso, tal vez no habría ocurrido el golpe de Estado de corte nacionalista en Ucrania. Aunque, en general la recodificación del arquetipo nacional ucraniano fue completada con éxito por Occidente. Ahora resulta que los rusos seguimos considerando a los ucranianos nuestros hermanos, ya que lo vemos desde una perspectiva histórica original e independiente (y, realmente, la mayoría de los ucranianos mayores de 30 años lo son), pero los menores de 30 años cayeron víctimas de la recodificación y, por lo visto, están perdidos para el Mundo Ruso.

Una parte considerable de la nueva generación de ucranianos ya no comparte sus valores y tiene otros puntos de referencia: esta generación ya no es rusa, ni ortodoxa, ni cosmopolita, ni tampoco libre y con todas las consecuencias que eso conlleve. Está programada para masticar, saltar y odiar en vez de para pensar, crear y amar. Desde luego, ningún ciudadano ruso que esté en sus cabales quiere tal futuro para la juventud de Rusia. A ellos les habló el presidente el 5 de noviembre del año pasado. La cuestión está en lo siguiente: hasta qué punto ha llegado el proceso de recodificación occidental en nuestro país.

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