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Investigadores españoles señalan que los osos de las cavernas eran caníbales

© Foto : Pixabay / skeezeUn oso pardo (imagen referencial)
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Un grupo de investigadores españoles desvela que los osos de las cavernas podrían ser caníbales. La clave estaría en la conducta de sus predecesores: los osos pardos.
Sobrevivir en la Europa del Pleistoceno no debió ser tarea fácil. Nuestros antepasados se enfrentaron a un continente cubierto por extensos bosques, donde combatían a base de pieles y refugio las inclemencias de la meteorología. La piedra y la madera eran la base de sus herramientas, garantes del suministro de alimentos y protectoras frente a uno de los grandes peligros de la época: la fauna. Leones de las cavernas o hienas rivalizarían con el ser humano en suelo europeo. Junto a ellos, uno de los animales más representativos de la Prehistoria: el oso de las cavernas.
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Arqueóloga de profesión, Blasco investiga sobre la relación establecida entre los homínidos y el resto de criaturas de su entorno. "Es interesante comprobar las interacciones que se producían entre el ser humano y la fauna. Nos ayuda a comprender su comportamiento y también a conocer la forma en el que grupos como los neardentales consiguieron sobrevivir durante aquellos años", explica a Sputnik Mundo. Motivo por el que el estudio de la fauna del pasado se entrevé fundamental. Trabajo que ha desembocado en un descubrimiento sobre la conducta de los osos de las cavernas.
Y es que estos seres podrían haber sido caníbales. Afirmación realizada en un artículo científico publicado en la revista Quaternary Science Review y en el que han participado investigadores del CENIEH, Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), la Universidad Rovira i Virgili (URV), la Universidad de Alcalá y la Universidad Complutense de Madrid.
Conclusión a la que llegan tras analizar los restos de osos de las cavernas hallados en la Cueva del Toll de la localidad barcelonesa de Moià, situada en el corazón de Cataluña. Una cavidad conocida por contener una de las mayores colecciones de huesos de esta especie en la Península Ibérica, ya que se trataba de un lugar de hibernación, donde se acumulaban los cadáveres de los individuos que no superaban el letargo. En concreto, los vestigios estudiados datan en más de 50.000 años de antigüedad.
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El equipo de investigadores se ha centrado en una modificación que se repite en muchos de los huesos de los úrsidos. Se trata de una factura denominada como peeling, atribuida a humanos y otros primates como los chimpancés. "Este tipo de modificación suele dejar los bordes de los huesos completamente deshilachados, muy parecido a como quedan las ramas de un árbol tras romperse. Suele producirse tras presionar las carcasas torácicas, lo que incurre en la rotura de costillas", comenta Blasco.
En un principio, los expertos pensaron que eran obra de grupos de neandertales que vivían en la zona. Un estudio de campo apunta hacia los propios osos de las cavernas.

Comportamiento moderno

El equipo investigador pasó diez años en los Pirineos para comprobar el comportamiento de sus parientes más cercanos, los osos pardos. "Es un estudio basado en el actualismo, es decir, en observar la conducta de algunos animales en el presente para retrotraerlo al pasado", asegura la arqueóloga.
Así, con la ayuda de grupos que estudiaban a los osos pardos, los investigadores sometieron a los animales a un experimento. Cuando hallaban el cadáver completo de algún herbívoro, este era situado en las rutas habituales del mamífero. El objetivo era documentar como reaccionaba ante el alimento mediante el uso de cámaras fotográficas que disparaban al mínimo movimiento. Las imágenes revelaron que los úrsidos también eran capaces de generar peeling.
"Cuando los úrsidos consumen carcasas completas, suelen utilizar sus patas delanteras como si fueran manos presionando y flexionando las cajas torácicas de los animales hasta producir la fractura de algunas costillas y vértebras en un intento de acceder a las vísceras", comenta la investigadora.
Una revelación que apuntaría a que sus antecesores también realizaban esta técnica. Y no sería de extrañar que lo hiciesen sobre otros úrsidos. "El trabajo de campo muestra que los osos pardos actúan sobre las carcasas sobre todo tras la hibernación. Tal vez, los osos de las cavernas al despertarse del letargo fracturasen las costillas de otros individuos de su misma especie que habían muerto durante el proceso de hibernación", indica Blasco.
No obstante, hay que tener en cuenta que los neandertales también eran consumidores de los cadáveres de osos de las cavernas. "En los restos, también se han observado pequeños cortes en la parte interna de las costillas. Estas marcas eran realizadas por los homínidos cuando procesaban la carne", apunta Blasco. Pero, las comparaciones estadísticas entre la frecuencia del uso del peeling en los osos pardos del Pirineo y la tribu de pastores Khoikhoi de Namibia sigue señalando a los úrsidos prehistóricos como los principales responsables de las fracturas de la cavidad catalana.
 "Ahora, gracias a las observaciones que hemos estado haciendo durante más de diez años en el Pirineo, hemos visto que los osos no solo son capaces de producir este tipo de fracturas, sino que lo hacen con una gran asiduidad", remarca Maite Arilla, investigadora del IPHES, a la agencia Efe.
La comparación de los restos arqueológicos de la Cueva del Toll y las observaciones naturalísticas de los Pirineos podría provocar la revisión de muchos conjuntos arqueológicos. Lo anteriormente catalogado como humano, tal vez provenga del úrsido. Una revelación que arroja luz sobre el comportamiento de uno de los protagonistas del Pleistoceno. "Habrá que reconsiderar lo que pasaba en las cuevas", admite Blasco.
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