Los investigadores observaron las calcificaciones utilizando por primera vez escáneres de alta resolución para analizar la estructura del esqueleto cardíaco (el tejido conectivo denso que sostiene el corazón) de los grandes simios.
Este tejido mineralizado mide unos pocos milímetros y parece ser un os cordis, un tipo de hueso del corazón que se encuentra normalmente en los grandes rumiantes, como el ganado y los búfalos, pero también está presente en los camellos e incluso en las nutrias.
"El descubrimiento de un nuevo hueso en una nueva especie es un raro acontecimiento, especialmente en chimpancés que tienen una anatomía muy similar a la de las personas. Plantea la cuestión de si algunas personas podrían tener también un 'os cordis'", dice la anatomista Catrin Rutland, de la Universidad de Nottingham.
Aunque es posible que se trate de una mera peculiaridad anatómica entre algunos chimpancés, los investigadores tienen razones para sospechar lo contrario. En los humanos, la mineralización del esqueleto cardíaco suele deberse a la edad, y se asocia con enfermedades cardiovasculares. Aunque los chimpancés no son tan propensos a problemas en las arterias coronarias, las enfermedades cardíacas afectan a casi el 70% de los chimpancés adultos en cautiverio.
El tipo más común de enfermedad cardíaca en los chimpancés es la fibrosis miocárdica idiopática, que se caracteriza por una acumulación de tejido conectivo fibroso asociado a la arritmia y al paro cardíaco repentino. De los 16 corazones que el equipo evaluó en este estudio, solo tres no mostraron signos de fibrosis.
"La significativa asociación entre la presencia de un os cordis y los altos niveles de fibrosis miocárdica idiopática sugiere que la presencia del hueso en esta especie puede ser un hallazgo patológico o un marcador, más que un rasgo anatómico", concluye la investigación.