Las marcas de mordiscos dejadas por los dinosaurios son menos comunes de lo que muchos podrían pensar. Previamente las huellas de dientes pertenecientes a los terópodos —un suborden de dinosaurios que incluye al Tyrannosaurus rex y al velocirraptor— se habían encontrado solo en un pequeño número de huesos fósiles.
Afortunadamente un equipo de paleontólogos estadounidenses pudo descubrir fósiles con una densidad de cortes y de huellas dentales inusualmente alta en la cantera Mygatt-Moore situada en el estado de Colorado (EEUU). Aprovechando esta oportunidad, los investigadores lograron identificar la especie responsable de comerse estos restos.
De los 2.368 huesos hallados en el sitio hasta ahora, solo un tercio fue masticado por algún terópodo. Gracias a una inspección más profunda, los científicos lograron encontrar pistas que sugerían que el depredador de gran peso conocido como Allosaurus fue uno de los que pudieron haber estado detrás de este crimen. También no descartan que los huesos fuesen masticados por otras especies grandes pertenecientes al mismo suborden, como los Ceratosaurus, Saurophaganax y Torvosaurus.
Por ello, los investigadores estadounidenses concluyeron que en circunstancias desesperadas la población de terópodos solía enfrentarse entre sí o comía los restos de sus congéneres muertos o lo que había podido encontrar en su territorio. No es la primera vez que los paleontólogos descubren mordiscos de dinosaurios contra su propia especie. Sin embargo, este hallazgo es el primero que apunta a los Allosaurus.
"Los grandes terópodos como los Allosaurus probablemente no eran particularmente selectivos con la comida, sobre todo en caso de que sus entornos tuviesen recursos limitados. La dieta basada en los restos de las especies muertas e incluso en el canibalismo definitivamente representaba una opción sobre la mesa", aseveró la paleontóloga de la Universidad de Tennessee Stephanie Drumheller, citada por el portal Science Alert.
El actual estudio es un ejemplo fascinante de la odontología forense que se utiliza para recopilar evidencias sobre el comportamiento de los dinosaurios, algo que los paleontólogos tienen rara vez la oportunidad de estudiar en tanta profundidad.