Dado que las salamandras suelen reproducirse en hábitats superpoblados en los que escasea la comida, algunos ejemplares frecuentemente acaban comiéndose las extremidades de sus congéneres para poder sobrevivir. Aun así, sus miembros, piel, huesos, tejidos musculares e incluso terminaciones nerviosas se regeneran por completo en cuestión de meses.
Otras especies de anfibios también son capaces de regenerar varias partes de su cuerpo, pero los ajolotes son la única capaz de hacerlo de manera que la nueva extremidad sea una copia exacta de la anterior.
El científico intentó introducir neuregulin 1 en las células madre de cerdos —por ser parecidas a las de los humanos— y examinó su habilidad para regenerar la retina. Estas células fallaron al conectarse al nuevo organismo y murieron. Cuando el investigador hizo lo mismo con los ojos del ajolote, menos células madre perecieron en el intento. Los resultados de su experimento sugieren que podría haber otra molécula o mecanismo activando el efecto de la neuregulin 1.
Los investigadores estadounidenses consideran que existen muchos aspectos en el genoma de los ajolotes que seguimos ignorando. Los futuros estudios podrán ayudarlos a avanzar en el tratamiento humano contra las enfermedades degenerativas de la retina.
Según Monaghan, si se consiguiese descubrir cómo funciona exactamente el proceso de regeneración de estos anfibios "nuestros cuerpos podrían hacer el resto del trabajo".