El artículo correspondiente fue publicado en la revista especializada Plos One.
Además, determinadas características de las estatuas, como su tamaño, podrían estar relacionadas con la calidad y abundancia de agua en la zona.
Según explicó el encargado del estudio, Carl Lipo, de la Universidad de Binghamton, "cuando comenzamos a examinar los detalles de la hidrología, notamos que el acceso al agua dulce y la ubicación de las estatuas estaban estrechamente vinculados".
Sin embargo "no era obvio cuando se camina por la zona, ya que no vemos indicaciones obvias de agua. Pero cuando comenzamos a observar las áreas alrededor de los ahu, encontramos que estaban exactamente vinculadas a los lugares donde emerge el agua subterránea fresca".
El antropólogo estadounidense afirmó que las estatuas "estaban integradas en la vida de la comunidad".
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Actualmente, los científicos solo tienen datos sobre el agua potable en la parte occidental de la isla. No obstante, tienen previsto examinar también el resto del territorio. La isla no tiene cursos permanentes de agua dulce.
"Afortunadamente, el agua subterránea fluye cuesta abajo y finalmente sale del suelo directamente en el punto donde la roca subterránea porosa se encuentra con el océano. Cuando las mareas son bajas, el agua dulce fluye directamente al mar. Los habitantes podían aprovechar estas fuentes de agua dulce para recoger agua en estos puntos", explicó.
El principal tesoro de la isla es el majestuoso conjunto de más de 900 estatuas pétreas, distribuidas por todo el territorio y que supuestamente fueron construidas entre los años 400 y 1600 y cuyo significado y método de construcción siguen siendo motivo de especulación para los investigadores.