Es dispositivo llamado Outrospectre está compuesto por una cabeza robótica que se halla detrás del usuario, que lleva puestas unas gafas de realidad virtual. Una vez empezado el experimento, la cabeza artificial —que tiene dos cámaras en el lugar de los ojos y dos micrófonos como oídos— empieza a alejarse poco a poco del participante del experimento.
Para hacer que la experiencia se sienta aún más real, el diseñador Frank Kolkman añadió un pequeño martillo que golpea al pecho del participante imitando el latido del corazón.
"Opinamos que la experiencia se hace más creíble cuando el participante se da cuenta de lo que está pasando —desde el punto de vista mental—, pero sus sentimientos lo contradicen", afirma Kolkman.
En efecto, la mayoría de los participantes del experimento señalan que ellos tenían una sensación física de estar moviéndose o de hallarse en dos lugares distintos a la vez, según el informe publicado en el medio De Zeen.
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El diseñador espera que el dispositivo llegue a ser utilizado en el tratamiento de los enfermos terminales para aliviar el resto de su vida y combatir su temor ante la muerte. Sin embargo, la tecnología todavía está en fase de desarrollo.